Las infraestructuras son la base necesaria en la que se fundamenta el actual modelo de crecimiento, desde los juegos olímpicos de 1992, el Fòrum de las Culturas, la linea MAT (Muy Alta Tensión), la red de carreteras, el puerto de Barcelona y los puertos deportivos…, los aeropuertos y los vuelos a bajo precio…, el transporte de mercancías de origen lejano para el consumo ordinario, etc.
«La ideología, que nadie cuestiona —afirma ATTAC—, del automóvil y del desprecio por el transporte público se supedita a los intereses especulativos e industriales. Esta ideología fomenta el individualismo y la insolidaridad.»
Las obras públicas escapan al control de la Administración y acaban en manos de empresas con intereses financieros y bursátiles a los cuales subordinan toda la operativa constructiva y de seguridad. El papel de las subcontratas, la mano de obra inmigrante..., todo está subordinado al máximo beneficio privado. Las conexiones con los paraísos fiscales y el enorme capital disponible presionan sobre la construcción y la adquisición de suelo para especular.
Según ATTAC este desarrollo insostenible basado en las infraestructuras, afecta al territorio y lo somete al negocio privado, además de convertir las ciudades en nodos de la economía financiera global. En el caso de Barcelona: en lugar de una ciudad habitable, de los ciudadanos y de intercambios culturales entre los pueblos, se pretende convertir toda su área metropolitana y las ciudades próximas en una gran zona que forme parte de la economía capitalista neoliberal, «la gran región europea de Pasqual Maragall (con capital Barcelona)» —afirma el comunicado.
Es falso que para ser felices y vivir en paz se necesiten más infraestructuras, sería suficiente con un mantenimiento adecuado de las que ya tenemos. Para ello, ATTAC propone unas medidas, basadas en la política del decrecimiento y el control democrático:
- Romper con el predominio del automóvil, restringir su uso al centro de las ciudades. Desarrollar una política de transporte público en las ciudades, y el tren de cercanías y convencional. Abrir nuevas líneas de ferrocarril…, reconversión industrial de una parte del sector del automóbil hacia otras industrias sostenibles.
- Dejar de subvencionar los viajes aéreos de bajo precio, desmotivar el turismo aéreo de fin de semana (existe una plataforma que propone cerrar los aeropuertos...), impuestos ecológicos.
- Limitar el transporte de mercancías por carretera, incentivar el consumo de productos locales.
- No más puertos deportivos, aplicación rigurosa de la Ley de Costas, derribo sin indemnización de las construcciones ilegales en dominio marítimo/terrestre…, no a la venta de suelo público.
- Control democrático de las obras públicas, regulación y control de las subcontratas, fomento de las empresas cooperativas o sociedades anónimas laborales no sujetas a la dictadura de los mercados bursátiles.
- Fomentar y subvencionar las iniciativas sobre la industria de las energías renovables, descentralización de las fuentes de energía.
- Políticas de saneamiento de las finanzas municipales, que no dependan de la construcción, de los permisos de obra, etc. Atender las reivindicaciones municipalistas de mayor participación en los ingresos fiscales del Estado y desarrollar el control ciudadano de los presupuestos municipales (Presupuestos Participativos).
Todas estas medidas, y otras en el camino del decrecimiento sostenible, son —según ATTAC— necesarias para combatir un modelo económico injusto y que conduce a nuestro planeta al desastre. «Lo que debemos decidir es qué modelo económico queremos».