¿La determinación de los Veintisiete de luchar contra el cambio climático no se debilita, ahora que los Estados han hecho sus cuentas?
Es normal que la negociación se flexibilize en cuanto se vuelve a entrar en el cálculo de la distribución del esfuerzo entre Estados miembros y del coste para cada uno en término de inversiones. Pero la determinación no flaquea.
La Comisión evalúa el coste de la lucha contra el cambio climático en un 0,5%, es decir, un 1% del PIB europeo (o sea 100 mil millones de euros) cada año...
Es prácticamente imposible dar un importe global, ya que el coste integra tal número de factores que sería necesario construir cientos de situaciones. Por ejemplo, las estimaciones se basan en un petróleo a 62 dólares el barril. Pero ahora ya está a 110, y algunos expertos prevén que se estará a 200 dólares de aquí a siete u ocho años. Y cuanto más elevado es el precio del barril más accesibles se vuelven las energías renovables. Hasta se puede imaginar una situación donde las renovables serán menos costosas que las energías fósiles.
En cualquier caso, el coste a corto plazo se elevará...
En términos de gastos públicos, habrá claramente un coste. Pero es necesario ver más allá. La Comisión propone nada menos que entrar en una tercera revolución industrial; después de la del siglo XIX, con el carbón y el vapor, y la del XX, con el petróleo y la química. La que vamos a vivir se basará en nuevas tecnologías de producción, almacenamiento y consumo racional de la energía. Hay en ello un potencial de innovación tecnológica, producción industrial, construcción, mantenimiento y sustitución de las infraestructuras que es un enorme yacimiento de empleos y crecimiento y que es para Europa una ocasión de convertirse en el líder mundial.
¿No hay un riesgo de deslocalizaciones hacia países donde no hay ninguna dificultad medioambiental?
Este riesgo existe, pero las propuestas de la Comisión lo tienen en cuenta: los derechos de emisión serán calculados por sectores de actividad para evitar un dumping entre Estados miembros. La Comisión prevé también exenciones para las empresas muy consumidoras de energía o sujetas a una fuerte competencia internacional con el fin de tener en cuenta los riesgos de dumping procedente del exterior de la Unión. Vamos a intentar convencer a los terceros países, sobre todo los Estados Unidos, China y India, que entren en el post-Kioto. Nadie se dice: vamos a hacer una revolución medioambiental, y tanto peor por la fractura social.
¿La energía nuclear no se legitima de nuevo?
Se quiera o no, ya se programa la salida de la energía nuclear, que será efectiva en Bélgica en 2025. Quedan cuarenta a cincuenta años de uranio; es decir, la nuclear no es una energía sostenible. El papel de la política, es anticipar: tanto organizar la salida de la energía nuclear como conseguir la transición hacia las energías renovables.