A la cabeza de un «verdadero laboratorio», Grimmson suministró sus observaciones durante una rueda de prensa que dio el pasado jueves en la sede neoyorquina de la ONU, en compañía de su representante permanente ante las Naciones Unidas, Hjalmar W. Hannesson, y de la directora ejecutiva del Instituto de la Energía y los Recursos (TERI), Leena Srivastava.
«Me niego a creer que Islandia es un caso específico que no puede duplicarse en otra parte», se esclamó el presidente ante el reto «colosal» de invertir la tendencia del recalentamiento climático.
Hoy en Islandia, más del 70% del consumo de energía procede de energía hidroeléctrica y geotérmica. De aquí a 2050, el país se fijó como objetivo convertirse en el primer país del mundo completamente independiente de los recursos fósiles y contaminantes, es decir el objetivo de alcanzar un porcentaje del 100% de energía renovable.
Hoy en el mundo, el consenso está claramente allí. Las tecnologías y los mecanismos de financiación ya existen, consideró el presidente de Islandia, juzgando que sólo faltaba la voluntad política de transformar completamente los sistemas energéticos.
Aprobando sus observaciones, la directora de TERI indicó que en la India el reto es llevar a cabo simultáneamente las actividades de adaptación a los cambios climáticos y de atenuación de este fenómeno. Para ella, las tecnologías de atenuación existen pero permanecen a menudo fuera de alcance del ciudadano ordinario. La India hace hincapié pues en la adaptación y su corolario, la modificación de los métodos de vida, ¿pero cómo informar a las poblaciones y promover soluciones?, se preguntó.
No hay una única solución a medida, destacó el presidente islandés, predicando una conjugación de varias tecnologías, no sólo en el ámbito de la energía sino también, por ejemplo, en el ámbito de la construcción que sigue creando edificios que tienen un gran consumo de energía.
«Ningún tratado bastará para acelerar los esfuerzos», avisó el presidente, que llamó a un cambio «revolucionario» de las mentalidades tal como ocurre con el que tuvo lugar, desde el punto de vista político, al final de la guerra fría.
El presidente de Islandia consideró que no se justifican los llamamientos a la prudencia hechos por países como los Estados Unidos o China según los cuales estos esfuerzos comprometerían el desarrollo económico nacional.
En 1975, recordó, el Programa de las Naciones Unidas para el desarrollo (PNUD) clasificaba a Islandia en la fila de los países menos desarrollados de Europa. En la actualidad, Islandia está a la cuarta fila mundial por la competitividad de sus empresas, indicando un índice de crecimiento del 2,6%, una tasa de desempleo variando entre el 1,7 y el 3% y un producto nacional bruto (PNB) per cápita clasificado en la quinta fila mundial.
La transformación de los sistemas energéticos no es por nada en este éxito económico, afirmó al presidente. El ritmo de la transformación puede variar de un país al otro pero la ecuación sigue siendo la misma; la energía más limpia significa más beneficios, añadió el presidente, antes de que la directora ejecutiva de TERI diga que no se trata solamente de PNB y también de «equidad y de ética».
En 2005, del 62% de la producción de electricidad en Islandia fue de origen hidroeléctrico el 80,9% o geotérmico el 19,1%, se utilizó para las necesidades de las industrias de producción de alta intensidad energética. Entre éstas, la industria del aluminio es la más importante puesto que absorbe por sí sola un 48% de la producción de electricidad.
En cuanto a los biocarburantes, el presidente Grimmson mostró las mismas reticencias ante el riesgo de que su utilización ponga en riesgo la seguridad alimentaria. En la India, añadió la directora ejecutiva de TERI, esta solución plantearía grtaves problemas de agua y para la tierra.
El presidente islandés deseó destacar que el Consejo del Ártico es la única organización no multilateral donde se sientan codo a codo, los Estados Unidos y la Federación Rusa. Durante la guerra fría, reconoció, el Consejo no fue muy activo pero hace cuatro años publicó un Documento «fundamental» que no tiene nada que envidiar, bromeó, al Convenio marco de las Naciones Unidas sobre el cambio climático.
Más seriamente, el presidente Grimmson indicó que este Documento demuestra la manera en que los cambios climáticos se experimentan en el Ártico tres veces más rápidamente que las previsiones científicas dejaban pensar. «La mayor causa de los cambios climáticos se centran en la fundición de los glaciares del Ártico y debe servirnos de aviso y alarma», insistió el presidente, aconsejando a los países interesados a crear su propio consejo climático.