Es la primera vez en Euskadi que una obra pública tiene en cuenta de una manera «clara» y «documentada» los posibles efectos del calentamiento global del planeta, según asegura el gerente y portavoz de la comisión gestora de Zorrozaurre, Pablo Otaola. Aunque aún no existe una opinión unánime entre la comunidad científica sobre el impacto del que está considerado el mayor problema ecológico mundial, los expertos que diseñan el futuro de la isla han puesto como punto de partida para sus análisis las previsiones que manejan desde febrero del año pasado el panel de especialistas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y que hablan de elevaciones de entre 18 y 59 centímetros.
La necesidad de recrecer la península medio metro obligará a aumentar también las dimensiones de los muros. Actualmente, las defensas frente al empuje del mar se sitúan a una cota media próxima a los 3,30 metros. Si en un primer momento se pensó que, para proceder a la transformación urbana de Zorrozaurre, era necesario elevar su altura hasta los 4,50 metros, con los nuevos estudios, la exigencia se incrementa ahora a 5 metros.
La futura isla albergará 5.800 viviendas -la mitad protegidas-, diversos equipamientos públicos, espacios verdes, paseos y un parque tecnológico urbano. Además dará cobijo a un buen número de importantes empresas. Algunas han confirmado ya el traslado de sus sedes a la zona, como la BBK o el IMQ. No existe una estimación económica de esta operación, pero será la última gran transformación de Bilbao. Con tanto en juego, los expertos de la comisión gestora lanzan un aviso a navegantes catastrofistas: «Pese al cambio climático, la seguridad de Zorrozaurre está garantizada al cien por cien», concluye Otaola.
El coeficiente de precaución introducido por los especialistas forma parte de un complejo análisis sobre la hidraulicidad de la ría que está fundamentado en diversos estudios y dos modelos de simulación. Uno de ellos se llama Mike 21 y es utilizado por el Ejército de Estados Unidos. El otro es de origen danés y se denomina Hec-Ras.
Movimiento de tierras
La elevación de la isla en 50 centímetros más de lo previsto inicialmente provocará un ingente movimiento de tierras. Son 650.000 metros cuadrados de superficie sobre los que hay que depositar una capa de materiales de relleno de entre 1,4 y 1,7 metros de altura. La comisión gestora estudia actualmente la operación. Al parecer, el equipo trabaja con la hipótesis de que la cantidad de sedimento que se obtendrá al romper el istmo de la actual península y los metros cúbicos de tierra que se extraerán de la construcción de los garajes de las viviendas será suficiente para recrecer la enorme parcela de terreno resultante.
La apertura del canal del Deusto y la transformación de Zorrozaurre en una isla mejorará la hidraulicidad del entorno, asegura Otaola. Desde las inundaciones de 1983, este asunto ha sido uno los mayores quebraderos de cabeza de las diferentes administraciones. Con la bifurcación que se pretende acometer, el caudal que baja hacia el mar se dividirá en dos a su llegada a la punta de la nueva parcela de terreno. Los cambios en la morfología del cauce aliviarán las crecidas. El nivel del agua bajará considerablemente en este tramo de la ría. «En caso de una gran avenida no habría desbordamientos hasta el puente de Deusto y se lograría bajar un metro el nivel en el Casco Viejo», sostienen los expertos de la comisión gestora.
Respecto a los polémicos rellenos previstos en San Ignacio, Pedro Otaola lo tiene claro: «Si finalmente se hacen, no afectarán negativamente a la hidraulicidad. Su efecto es neutro. Incluso el nivel de la ría descendería en uno o dos centímetros y se eliminarían algunas turbulencias». El especialista defiende, al igual que ya hiciera el segundo teniente de alcalde, Ibon Areso, que, desde el punto de vista urbanístico, la eliminación de los fangos y la uniformidad del cauce sería conveniente. «Con ello no estoy diciendo que se vaya a hacer así, es algo que nos propuso la arquitecta Zaha Hadid y que ahora hay que estudiar», aclaró.