10/05/2006 - 12:48h

La nueva era energética, según Josep Borrell

Josep Borrell, conocido político socialista catalán y actual presidente del Parlamento Europeo, desgrana en este artículo la situación energética internacional, con la crisis del petróleo, la entrada en el mercado energético de los gigantes asiáticos, el uso político que de los combustibles fósiles hace Rusia, y el actual debate europeo sobre el uso de la nuclear.
Abril nos trajo varios aniversarios: la caída de la dictadura en Portugal, el 75º aniversario de la proclamación de la II República española y el accidente nuclear de Chernóbil, catástrofe poco conocida para los españoles. Hoy sabemos que la superficie contaminada por la catástrofe cubrió una extensión similar a la de Bélgica. Diez años después, se evaluaban en 20.000 las víctimas por contaminación directa o por consecuencias indirectas de la catástrofe. Pero aproximadamente otras 300.000 quedaron afectadas por distintos tipos de cáncer y según la ONU todavía se producirán cerca de otros 100.000casos de cáncer debidos a las radiaciones emitidias.

Más grave es preguntarse qué hubiera pasado si los 'liquidadores', como se llama a los trabajadores que contuvieron la catástrofe a costa de su vida, no hubieran podido evitar que los otros tres reactores de Chernóbil explotaran también. A esos héroes, el Parlamento Europeo les rindió homenaje en su último Pleno, donde tuvo lugar un debate sobre los veinte años de Chernóbil. En él, se pidió incrementar la seguridad de las instalaciones nucleares y se recordó que la Unión Europea ha destinado más de 500 millones de euros a algunas ex-repúblicas soviéticas para temas relacionados con la seguridad nuclear.

Pero el debate de fondo, que la ocasión teñía de dramatismo, era el futuro de la energía nuclear y las relaciones energéticas con Rusia. Con el precio del crudo por encima de 70 dólares y Kioto sobre las cabezas de los gobiernos, por no hablar de la cuestión nuclear iraní, Europa se pregunta siseguir adelante con la energía nuclear o abandonarla definitivamente. Los planteamientos en el debate de Estrasburgo fueron tan variados como los son las respuestas que cada país de la UE está dando a la cuestión. En España se produce el primer cierre programado de una central nuclear, pero en Finlandia deciden, por referéndum, volver a construirlas. Los países bálticos cierran a regañadientes los reactores tipo Chernóbil que heredaron, pero se proponen unirse para construir otros nuevos porque es la única respuesta que ven a su seguridad energética. La gran coalición alemana mantiene su oposición pero el debate está servido en el Reino Unido yen otros países.

La cuestión es de hondo calado porque la energía nuclear, a pesar de la excepcional importancia que tiene en Francia, no aporta más que el 6% del consumo energético final europeo. Si debe garantizar nuestra seguridad energética, no estaríamos hablando de incrementos marginales del parque nuclear, sino de multiplicarlo por diez, con todo lo que ello implica.

Pero, de una forma u otra, la humanidad tiene que afrontar el fín del petróleo que anuncia ya el tercer shock petrolero de la historia que estamos viviendo.

Este shock es distinto de los anteriores. La falta de inversiones en la capacidad de refino en las últimas décadas y los problemas de algunos países productores (Irak, Irán, Nigeria, Venezuela, Bolivia, México) han afectado sin duda a la oferta.

Pero gran parte del aumento de los precios está causado por un incremento de la demanda provocado por el boom de China, y en menor medida, de India.

Esta creciente demanda de petróleo por parte de China está alterando de manera significativa la geopolítica internacional de la energía. Para calmar su sed de petróleo, el dragón chino coloca su seguridad energética en el centro de su política exterior, algo que los europeos también nos proponemos hacer. Y más vale que lo hagamos cuanto antes. Las últimas manifestaciones de altos cargos de Gazprom anunciando la posibilidad de que dejen de exportar gas de manera prioritaria a Europa en un futuro no muy lejano ilustran nuestra vulnerabilidad energética.

Desde esa crisis ruso-ucraniana del gas, la UE ha colocado la política energética en el centro de su debate. Pero hasta ahora no ha sido capaz de crear un verdadero mercado energético común y los Estados defienden sus capacidades de decisión en uno d elos últimos reductos de su soberanía.

La Comisión, con su Libro Verde recientemente publicado, concibe la estrategia energética para Europa basada en tres pilares: el desarrollo sostenible, la seguridad en el abastecimiento y la diversificación de las fuentes de energía.

Diversificación significa sustituir buena parte de los combustibles fósiles por otras fuentes de energía. El gran debate que está abierto es quién toma el relevo,si son las energías renovables o los nuevos desarrollos de la tecnología nuclear. Sin olvidar la eficiencia energética e incluso un menor consumo en función de otras maneras de organizar la vida.

Cerramos el mes de abril y entramos en el de mayo, y al mismo tiempo adquirimos consciencia de que Europa y el mundo han entrado sn duda en una nueva era de la energía. El debate, sin duda, continuará.

Fuente: El Siglo de Europa, 8 de mayo de 2006
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