Nueva York es la mejor muestra de que los 'edificios ecológicos' serán los protagonitas de la arquitectura de este siglo. La Gran Manzana asiste a la moda de los 'rascacielos verdes' que, además de los beneficios para el medio ambiente y la salud, ahorran energía y materiales.
Ecológico es un sello al que nadie puede resistirse: en las últimas décadas, el mundo ha visto nacer la energía ecológica, los tejidos ecológicos, los transportes ecológicos... Y, por supuesto, los llamados edificios verdes, que crecen como setas por todo el planeta. El problema es certificar cuándo un edificio es realmente sostenible, es decir, cómo se prueba que minimiza el impacto sobre el medioambiente y la salud humana. Para ello, hay certificaciones de calidad con aparatos concretos sobre sostenibilidad de los edificios pero, útlimamente, han surgido etiquetas específicas para la arquitectura, como son Breeam, introducida en Reino Unido en 1990 o Leed, un sello creado por el onsejo de Edificios Verdes de Estados unidos.
El auge por la arquitectura ecológica no se debe sólo a la conciencia medioambiental o a cuestiones de imagen, sino que, además, puede resultar una suculenta inversión. Se calcula que el ahorro de energía en estos edificios está entre el 30% y el 70%. Según un estudio de Lawrence Berkley National Laboratory de California, con la mejora de la situacón del interior de los edificios, Estado Unidos podría ahorrarse entre 6.000 y 14.000 millones de dólares al año en enfermedades respiratorias, de 1.000 a 4.000 millones por la reducción de los efectos de las alergias y el asma; y entre 20.000 y 160.000 millones en mejora del rendimiento de los trabajadores que no están relacionadas con temas de salud.
Otros estudios citados por el Consejo de Edificios Verdes aseguran qaue en las aulas con mucha luz natural los alumnos progresan un 20% más en matemáticas y un 26% más en tests de lectura que los que aprenden en aulas con demasiada luz artificial, y que las ventas en establecimientos comerciales son un 40% más altas si hay luz natural. Los beneficios de la arquitectura sostenible han llevado a que las America's General Services Administration -que controla todas las construcciones gubernamentales excepto las de las fuerzas armadas- exija que todos los nuevos proyectos cumplan los mínimos de la certificación Leed. Y en Nueva York, este estándar es obligatorio desde el pasado octubre para los edificios públicos no residenciales conun presupuesto mayor a 2 millones de dólares y para proyectos privados que cuenten con una financiación pública superior a los 10 millones de dólares, o cuando la mitad de sus coste lo soporte el erario público.
Nueva York ha sido precisamente el escenario de una carrera desenfrenada: ver quién se convierte en el primer rascacielos ecológico. A pesar de que ya existían buenos ejemplos de arquitectura sostenible en la Gran Manzana, como el edificio de Condé Nast en Times Square, la primera certificación Leed para un gran edificio de oficinas se disputó esta primera entre el Seven World Trade Center, sustituto de uno de los edificios destruidos en el 11-S, y la Torre Hearst, en la Octava Avenida.
El vencedor fue el nuevo rascacielos de la Zona Cero, que obtuvo su certificación en marzo, aunque la Tores Hearst, distinguida el mes pasado, ha levantado más expectación. Se trata del primer edificio construido por Norman Foster en Nueva York. El arquitecto británico ha diseñado una estructura de "diamantes en retícula" que ahorra un 20% del acero necesario para ese tipo de construcciones. Entre otros ahorros ecológicos, el 85% del acero utilizado proviene de material reciclado, y lo mismo ocurre con los suelos y otras partes del edificio.
Estos casos no serán ejemplos aislados de esta tendencia ecológica: hasta una docena de edificios neoyorquinos esperan distinguirse próximamente en el Leed. Los más importantes son el Bank of America (previsto para 2008) y, sobre todo, la Torre de la Libertad, que liderará el skyline neoyorquino no sólo en altura sino también en sostenibilidad.
"Es más difícil construir una torre que sea ecológica que una que sea alta". Son palabras de Thomas Kerwin, socio de la oficina de arquitectos Skidmore, Owings & Merrill, con sede en Chicago, que ha ganado el concurso para construir la nueva sede de la tabacalera estatal China National Tovacco Co, en Guangzhoy. Se trata de una torre que tendrá la fomra de una cajetilla de tabaco y "respirará" aire para implulsar las turbinas que generarán la energía que abastecerá todo el edificio. El objetivo es conseguir un impacto neto nulo en el consumo de enrgía a través de una paradoja: un edificio de una compañía de tabaco que inhala aire como una forma de limpiar el medio ambiente. "La altura no parece ser el problema. Las Hazañas en ingeniería están convirtiéndose en algo frecuente. Llevar las cosas al límite desde el punto de vista de la sostenibilidad es más difícl, aún estamos en territorio relativamente nuevo", explica Kerwin a 'The Wal Street Journal'. Más ambicioso es el proyecto para construir la Moscow City Tower. Se trata de una torre de aguja que, además de pretender ser el edificio más alto de Europa, quiere desarrollar el primer sistema de ventilación natural en un rascacielos moderno. Su autor es el arquitecto británico Norman Foster, que también ha previsto otras técnicas ecológicas para el edificio: se utlizará la última tecnología en calefacción para reducir el consumo de energía y la torre estará preparada para recoger nieve y agua, con lo que se pretende disminuir en un 30% el consumo de agua destinada a los aseos.
La moda de la sostenibilidad de los edificios no ha calado en España. Lo datos que maneja el Observatorio d ela Sostenibilidad de España (OSE) afirman que la arquitectura de nuestro país ocupa el antepenúltimo puesto de Europa en lo que se refiere a edificios adecuados al medio ambiente. En los últimos 10 años se han construido más de 4 millones de viviendas en España y casi ninguna tiene la característica de ser sostenible. Según la consultora de diseño industrial DEGW, que organizó recientemente un debate sobre Arquitectura y Sostenibilidad, el precio de un edificio sostenible se incrementa ligeramente frente al de uno convencional, pero el incremento se recupera progressivamente con medidas de ahorro energético. A pesar de esta ventaja, DEGW calcula que en España sólo hay 40 edificios que puedan acreditarse como sostenibles. Se espera que el panorama español mejore razonablemente con la introducción del Código Técnico de Edificación, aprobado el pasado marzo por el Gobierno, que pretende una construcción de edificios "más seguros, más habitables y más sostenibles". Esta norma prevé criterios de eficiencia energética en el uso de energía solar, térmica y fotovoltaica. Por ejemplo, se exige que la producción de agua caliente sanitaria se realice con un aporte de energía solar térmica que variará entre un 30% y un 70%. Según los cálculos del instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), la implantación de estas exigencias energéticas supondrá para cada edificio un ahorro de un 30%-40% y una reducción de emisiones de CO2 por consumo de energía de un 40%-55%
El consejo de Edificios Verdes de Estados Unidos ha estudiado el ahorro anual que supondria para su país la generación de los edificios ecológicos.
Fuente: Javier Ansorena, Expansión, 26 de junio de 2006