Quienes estén al dia de las noticias se habrán percatado de que aumentan los reportajes sobre asuntos medioambientales y las propuestas alternativas a la economía basada en el petróleo. La idea del peak oil (es decir, que hemos alcanzado el cénit de la extracción de crudo) va calando en la sociedad, la seguridad de los suministros de gas es discutible a la vista del contencioso con Irán y los costes de desmantelamiento de las centrales nucleares de primera generación son notablemente altos. La búsqueda de fuentes de energía alternativas, por tanto, se hace cada vez más urgente mientras queda claro que los métodos de producción de energía actuales no son sostenibles
Para el año 2010, el 22,1% de la electricidad consumida deberá generarse a partir de fuentes renovables según un objetivo fijado por la UE en el que se reafirma que esto beneficiará la seguridad energética, la cohesión social, el empleo y el cumplimiento de los compromisos del Protocolo de Kioto. Sin embargo, siguiendo la costumbre de la política comunitaria, los Estados miembros han adoptado diversas medidas y estrategias individuales para conseguir esta meta. Hay también notables diferencias entre los Estados en cuanto a la proporción de energía que cada uno produce a base de fuentes renovables.
Austria y Suecia son los precursores indiscutibles en este campo, con un 70% y un 50% respectivamente de sus consumos energéticos obtenidos de fuentes renovables, según datos de ProSus (Programa de Investigación y Documentación para la Sociedad Sostenible). Ambos países consiguen beneficiarse de sus terrenos montañosos que utilizan para generar energía hidráulica a gran escala, com es también el caso de Noruega. En cuanto a la energía eólica, los que dominan el mercado europeo son Alemania y España, e informes recientes indican que la producción de España va superando la alemana. Todavía no está claro cómo cambiarán las renovables en Alemania después de anunciarse que su mercado eólico está saturado ya que apenas quedan emplazamientos terrestres idóneos.
En contraste, hay nuevos miembros de la UE como Chipre y Malta que casi no utilizan fuentes renovables, por lo que tendrán dificultades durante el proceso de aprendizaje a pesar de que disponen de una gran potencial para generar energía solar.
Cualquiera que sea la fuente de energía por la que se incline un país, es incuestionable la necesidad de conseguir una combinación de fuentes viables si se quiere evitar todo tipo de exclusividad o dependencia, como ha sido con el caso del petróleo. Junto con las fuentes renovables establecidas hay que destacar el gran potencial -sobre todo a gran escala- de la biomasa.
Ésta se produce de materiales orgánicos como madera, heno, remolacha azucarera y residuos agrícolas cuya incineración genera energía.
Aparte de poder usarse en condicines limitadas (microgeneración), la biomasa es también neutral respecto al carbono: es decir, el carbono que se emite queda neutralizado por el que absorben las plantas al crecer.
El caso es que las fuenes alternativas no se precisarán sólo para generar electricidad. La escasez de petróleo provoca la necesidad de encontrar combustibles sucedáneos e introducir cambios considerables en el sector transportista. Una pieza más en este rompecabezas es la Directiva de la UE sobre biocombustibles (2003), cuyo objetivo es encontrar alternativas a un 20% de los combustibles tradicionales de entonces a 2020. Los coches híbridos o propulsados por hidrógeno, etanol, biodiesel, ergia solar o eléctrica son sólo ejemplos de las nuevas tecnologías que aparecen en el mercado pretendiendo dejar atrás los combustibles convencionales y lograr que el sector transportista aporte su granito de arena a la reducción de las emisiones de dióxido de carbono de cada pais. Y puede que los trenes en Suecia que funcionan con biogás sacado de las entrañas de vacas muertas no sean del agrado de todos, pero éstos son testimonio de unas innovaciones que serán imprescindibles no sólo para alcanzar los objetivos de la UE, sino también para superar nuestra dependencia de unas reservas petrolíferas que están decreciendo
Está por ver qué solución encontrará cada Estado miembro; lo que de momento queda claro es que se necesitarán mayores recursos financieros, mayor voluntad política y mayor cooperación entre los consumidores para enfrentarse a los retos de las próximas décadas. El reciente anuncio de que España ha vuelto a situarse en la cola de Europa respecto del cumplimiento de las exigencias del Protocolo de Kioto, lo pone de manifiesto. Pero antes de centrar nuestras esperanzas en las nuevas tecnologías y soluciones innovadoras, deberíamos recordar que desde ya se puede hacer mucho: apagar la luz o los electrodomésticos, ponerse un jersey de más, caminar hasta la tienda de la esquina, aislar la casa. Pongamos un poco de energia e imaginación, pues el cambio depende de nosotros.
El correo de andalucia especial, 8 de mayo de 2006