25/09/2008 - 11:04h

LOS COSTES MEDIOAMBIENTALES OCULTOS DE LA PRODUCCIÓN CÁRNICA

La Industria cárnica implica tráfico de comida, de animales vivos y de carne procesada. Un estudio sugiere que los costes medioambientales no están expresados en el precio que pagamos por la carne. 
 Según un estudio de la Unión Europea, el consumo de carne a nivel global se ha incrementado un 75% en 20 años; un 70% de los pollos y cerdos son criados de forma industrial. Los investigadores analizaron el impacto de la producción de carne en cuatro países con diferentes papeles en la industria: EEUU y Brasil (ambos exportadores de pienso y carne), Holanda (importadores de grano y exportadores de carne), y Japón (importadores de carne). También estimaron los costes del pienso, del ganado y de la carne utilizando datos de la ONU, y después calcularon el consumo de tres variables medioambientales:  terreno, agua y nitrógeno. Descubrieron que los costes medioambientales no están incluídos en el el valor de mercado de las tres primeras variables (pienso, ganado y carne).

Los resultados revelaron que la producción del pienso consume casi el 100% del agua y del terreno y el 70% del nitrógeno demandados en esta industria. Así, los investigadores sugieren que el método más efectivo para reducir el impacto medioambiental de la producción de carne es aumentar la eficiencia con la que el pienso es convertido en carne y aumentar la productividad por hectárea de las cosechas utilizadas para la elaboración de pienso. Pequeñas variaciones en los contenidos del pienso pueden producir grandes variaciones en los resultados económicos de la industria. Por ejemplo, reducir el uso de soja en el pienso europeo reduciría el coste oculto que provoca en la selva amazónica brasileña, que está siendo deforestada para el cultivo de este cereal.
El estudio también encuentra que el coste medioambiental de la producción cárnica en EEUU para la exportación es hasta un 20% más alto que el destinado al consumo doméstico. Los países que importan la carne están cargando los costes medioambientales en el exterior, ocultando a sus ciudadanos el verdadero coste de sus decisiones como consumidores.
La implicación más importante de este estudio es que los costes ocultos de la producción de la industria cárnica son pagados principalmente por los países o regiones productores de grano, principalmente en forma de daño medioambiental. Los autores afirman que el estudio proporciona un argumento válido para el intervencionismo en las políticas agrícolas y para la regulación del nitrógeno como fertilizante y la conversión de entornos naturales frágiles en terreno agrícola.
Otra conclusión, no menos importante, es la importancia que las decisiones de los consumidores tienen sobre esta industria y, consecuentemente, sobre el  medioambiente.

 
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