Morir contamina: muerte ecologica
Todo el proceso de entierro de un ser humano no está precisamente limpio de residuos: desde la cantidad de madera necesaria para la fabricación de ataúdes (en Europa se talan anualmente un millón de árboles para fabricar féretros), a las lacas que se utilizan para abrillantarlos o el zinc que se usa como protección.
Pero tampoco la incineración es un ‘método limpio’, debido a las emisiones de gases de las chimeneas de las incineradoras (debido a los elementos tóxicos usados en la fabricación del ataúd) o a la práctica habitual de arrojar las cenizas (y la urna que las acompaña) al río o al mar.
Por este motivo, en países como Francia, Alemania y Austria está prohibido sacar las cenizas del cementerio, debido a problemas ecológicos con las urnas arrojadas a los ríos. De hecho, en España algunas normativas municipales no permiten el libre esparcimiento de las cenizas.
Pero existen diferentes alternativas a la hora de decidir que nuestro paso ‘al otro lado’ sea lo más ecológico posible.
Ataúd ecológico
Ataúdes ecológicos
Están elaborados con materiales naturales que se descomponen sin dejar elementos contaminantes. Además de respetar el medio ambiente, suponen un ahorro de dinero considerable: un féretro tradicional puede costar entre 300 y 2.000 € (si se usan maderas más nobles), mientras que los ecológicos de cartón apenas valen 35 euros.
- Investigadores de la Universidad San Pablo-CEU de Madrid y la empresa Ecowood Logic han desarrollado el "maderón", un material ecológico que mezcla de cáscara de almendra molida y una resina, y cuyo acabado final es similar a cualquier madera noble utilizada por la industria funeraria.
- Restbox fabrica ataúdes de cartón reciclable, que incluye piezas plásticas biodegradables, evita el uso de adhesivos, aditivos o metales de los ataúdes convencionales. Según la empresa, con la madera necesaria para hacer un ataúd convencional se fabrican 100 de cartón.
- En los países anglosajones, la funeraria Natural Death Centre ofrece "eco-féretros" hechos de madera con certificación ecológica "FSC", de cartón reciclado, de bambú y de otras fibras vegetales sin ningún tratamiento de barniz ni elemento metálico o sintético tóxico alguno. El sepelio también se realiza de manera ecológica: el féretro se entierra en un "bosque memorial", cubierto de flores y arbustos para que el cuerpo se descomponga de manera natural. El primer terreno destinado a ese tipo de ceremonias se inauguró en 1993, y actualmente hay más de 200 en todo el Reino Unido.
También existen otras iniciativas, como los ataúdes de mimbre, de papel reciclado o el llamado "semilla-ataúd", un sarcófago biodegradable, en forma de vaina, que acaba generando vida en la tierra.
Otros métodos
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Biodescomposición: la empresa española Biointegral ha elaborado un producto, que consiste en una bolsita con bacterias que aceleran el proceso de descomposición natural, consiguiendo eliminar toda la materia orgánica en apenas un año. A medida que se ‘acaba la comida’, estas bacterias se van muriendo.
Según sus inventores, se trata de un proceso muy limpio, ya que las bolsas contienen un producto higroscópico, como el usado en los pañales, que impide salir a los líquidos del cuerpo en descomposición (lixiviados) y que se filtren en la tierra.
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Urnas biodegradables: en el caso de que el cuerpo sea incinerado, existen urnas especiales, fabricadas con polímeros vegetales que se descomponen con el agua o la humedad de la tierra.
Urna Bios es una maceta realizada con cáscara de coco, rellena de turba y con una semilla en su interior. La elaboran los internos de los centros penitenciarios catalanes y se usó por primera vez en 2004 con las cenizas de Copito de Nieve.
La marca Limbo fabrica urnas de sal que se disuelven con el agua.
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En la incineración solar: utilizada por los hinduistas, se queman los cuerpos al aire libre, evitando las emisiones de mercurio.
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El "composatarium": sistema de descomposición aeróbico similar al compostaje, de manera que los restos orgánicos pueden ser utilizado como fertilizante para las plantas.
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Hidrólisis alcalina: el cadáver se disuelve y se convierte en polvo; el líquido disolvente se puede reciclar.
Urna biodegradable