El Kremlin ha ordenado elevar el porcentaje de energías renovables desde el porcentaje actual, menos de un 1%, hasta el 4,5% en 2020, lo que evitaría 990 millones de emisiones de CO2 anuales.
Y estas cifras no incluyen la electricidad generada en Rusia mediante energía hidroeléctrica, que supone un 21% del total.
Para alcanzar estos objetivos, el gobierno creará instlaciones de energía eólica, solar, hidroeléctrica, mareomotriz, geotérmica y biomasa. La eólica, por ejemplo, pretende expandirse desde los 12 MW existentes en 2005 hasta 7000 en 2020.
Hay tres problemas principales que coartan el desarrollo de las renovables en Rusia. En primer lugar, es la falta de herramientas para remodelar la infraestructura energética del país. En segundo lugar, muchos rusos perciben a las renovables como un lujo que sólo se pueden permitir las naciones ricas. Finalmente, la abundancia de combustibles fósiles hace que las renovables parezcan innecesarias.
De todas formas, Rusia tiene un gran potencial renovable. Según la OECD, la Asociación para la Cooperación y Desarrollo Económicos, mediante renovables podría cubrir cinco veces su demanda energética. Y además, a pesar de sus recursos fósiles, los exportan tanto que en algunos lugares tienen problemas de suministro. Desarrollar las renovables le permitiría seguir consiguiendo divisas a través de sus exportaciones a la vez que asegura el suministro nacional.