22/02/2008 - 14:00h

Vender madera certificada, la única solución para la Amazonia

Madera certificada.La evidencia revelada en enero de que el ritmo de deforestación de la Amazonia brasileña se incrementó, tras caer durante casi tres años, renovó el debate público sobre la salvación del llamado "pulmón del mundo". Los taladores abren amplios claros en la selva para sacar la madera y crear tierras destinadas a la actividad agropecuaria, lo que destruye el medio ambiente y crea pocos ingresos a largo plazo. Pero un puñado de proyectos de gestión forestal han surgido como modelos de conservación, explotando recursos con poco impacto.
 
"Vender madera certificada recogida en una forma sustentable es la única solución para la Amazonia," dijo Augusto Praxedes Neto, un gerente de la compañía brasileña de celulosa y papel Grupo Orsa. Durante cinco años, Orsa ha manejado la mayor región selvática privada del mundo, localizada a ambos lados del río Jari, en la región noreste de la Amazonia.

Retira sólo 30 metros cúbicos de madera por hectárea en un ciclo que se completará en 30 años, el período en que la selva se regenera. Los árboles son derribados y transportados en forma de causar el menor impacto posible a la selva y registrados en un sistema computarizado.

"Le puedo decir a un cliente de Europa de qué árbol se hizo su tablón," dijo el gerente de operaciones, Euclides Reckziegel, mientras papagayos de plumaje azul y amarillo volaban sobre la selva. "La tala ilegal mata 30 árboles para obtener uno. Este proyecto protege mucho más árboles de los que retira," dijo Ana Yang, del Consejo de Manejo Forestal (FSC por su sigla en inglés) en Brasil.

El consejo, un organismo internacional de vigilancia, certifica e inspecciona el proyecto Jarí cada seis meses. La recolección comenzó en el 2003.

La mayor parte del estado de Pará que rodea la propiedad de Orsa sufre el mismo tipo de disputas por la tierra que causa muerte y destrucción por toda la Amazonia brasileña.

Otras áreas de conservación, tales como las reservas indígenas y los parques nacionales, carecen con frecuencia de recursos para protegerse contra los taladores ilegales y generan pocos ingresos para la población local.

Los guardias de seguridad de Orsa y habitantes de la selva, que reciben asistencia médica de la compañía, ayudan a prevenir la instalación de intrusos, dijo Neto.

Las comunidades carecen todavía de adecuados sistemas de educación y sanidad, pero muchos residentes dicen que están mejor debido al proyecto, que creó 400 empleos.

"Esto no es un gran ingreso, pero hace la diferencia," dijo Zeneide Costa Pinto, de 47 años, una de las 14 mujeres que fabrican bisutería, canastos y galletas con productos de la selva.

El gobierno con cautela

La propiedad de 1,7 millones de hectáreas de Jarí equivale a poco más de la mitad del tamaño de Bélgica. Aproximadamente un 80 por ciento constituye selva en pie y una tercera parte es manejada y certificada por el FSC.

"Si el Gobierno pusiera el mismo esfuerzo en el manejo sustentable de la selva que puso en desarrollar la agricultura en las décadas de 1970 y 1980, preservaríamos mucho más la Amazonia," dijo Judson Ferreira, un investigador de la estatal Empresa Brasileña de Pesquisa Agropecuaria (Embrapa).

El Gobierno está tomando una actitud más cautelosa. En marzo seleccionará tres compañías para el manejo de 96.000 hectáreas de selva, en la primera de tales subastas de tierras federales.

"El manejo forestal es una gran alternativa y Orsa es un buen ejemplo de esto, pero queremos tomar las cosas con calma," dijo a Reuters Tasso Rezende, jefe del servicio forestal de Brasil.

"Necesitamos varios proyectos que lo hagan bien durante un largo período, la propiedad privada de la Amazonia es controvertida," agregó.

Para que despegue manejo forestal, las autoridades necesitan hacer frente a las incertidumbres sobre la propiedad de la tierra, tomar medidas contra la deforestación ilegal y reducir el papeleo, dijo Yang.

"Es todavía más fácil obtener una licencia y cortar árboles que plantarlos o manejarlos," agregó.
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