En medio del crudo invierno berlinés, un grupo de participantes colocan placas fotovoltaicas en el exterior. Primero las colocan en serie, luego en paralelo, pero la medición no resulta la esperada. Uno de los estudiantes coge un destornillador y hace unos ajustes; esta vez el voltaje es el deseado.
-No me importa si hace frío aquí, asegura alegremente Andrés Acuña, de Santiago de Chile. -Pues así puedo comprobar el efecto de la temperatura sobre la producción fotovoltaica. Este ingeniero ha viajado 12.000 km para participar en su curso.
Acuña solo es uno de los 210 participantes en el Programa Tree que, durante estos meses, pasarán una semana en Berlín. TREE es un acrónimo para Transferencia de conocimiento sobre Energías Renovables y Eficiencia Energética, y se trata de un programa organizado por la Academia Alemana de las Renovables (RENAC) que comenzó en diciembre pasado con cursos para ingenieros interesados en la solar: una semana fotovoltaica autónoma, otra semana para la conexión a red, y otra para la solar térmica. Otros seminarios ofrecen una perpectiva de varias renovables a nivel económico y político. -Queremos acelerar la capacidad tecnológica en países emergentes, tal y como se decidió en 1997 en el Protocolo de Kyoto, asegura el director de RENAC, Berthold Breid, creador del programa.
El gobierno alemán está apoyando lo que probablemente es un proyecto único. Más de 800 personas se han presentado para 260 plazas en unas pocas semanas. Muchos participantes agradecen que las becas no sea sólo para el curso, sino también el viaje y alojamiento. El requisito imprescindible, sin embargo, es la experiencia. En muchos países, es difícil si no imposible recibir consejo de expertos en esta materia. Cuando se les pregunta cómo hubiera profundizado en sus conocimientos en sus países de origen, muchos estudiantes dieron respuestas como -a través de la prueba y el error- o incluso -de ninguna manera-.
Aún así las clases distan mucho de ser para principiantes. A la hora de decidir a quién aceptar, consideramos la experiencia práctica que tenían y también el factor de diseminación en su país. El conocimiento adquirido debería ser transmitido lo más rápidamente posible. Los participantes en el curso de fotovoltaica autónoma provienen de los más diferentes países, incluídos Namibia, México y China. Representan a empresas que quieren especializarse en instalaciones solares o colaborar con sus gobiernos en instalar proyectos. La conservación del medioambiente no es siempre la motivación.
Las circunstancias económicas del país pueden jugar un papel importante. Andrés Acuña es director de proyecto en Solar Energy Chile, un pequeño despacho en Santiago de Chile que ha crecido en los últimos dos años especialmente gracias a la térmica. Acuña ahora planea instalar también campos fotovoltaicos. No está preparando ningún proyecto aún, pero le han contactado un cierto número de personas interesadas, especialmente gente que construye sus casas en áreas remotas donde no hay acceso a la red. Hasta ahora, sobreviven gracias a los generadores a base de gasóleo. -La gente se da cuenta de que los precios van a subir mucho a medio plazo, y por eso ven la solar como una alternativa. A veces se echan hacia atrás cuando ven cuáles son los costes iniciales. Acuña ha venido a Berlín para averiguar cuánto dinero realmente puede ayudar a ahorrar a sus clientes la fotovoltaica. Cómo ser viable en el negocio de la energía a largo plazo es una cuestión importante en este momento en este país. Los chilenos están especialmente preocupados por la actual crisis energética y la falta de suministro energético garantizado.
Chong Chew Fan pertenece a una consultoría de ingenieros. Están trabajando para el gobierno malasio, que está interesado en autónoma para los próximos años. -Pero no hay mucha información disponible sobre ella, asegura Fan, que ya tiene experiencia en instalaciones conectadas a red y cree que las renovables tienen un gran futuro en su país. Su empresa no quiere depender del asesoramiento de consultores internacionales.
Los cursos son tanto prácticos como teóricos. Aquí, los estudiantes tienen la ocasión de hacerlo todo ellos mismos: miden el voltaje, conectan baterías, y trabajan con todos los componentes de la instalación para ver cómo funcionan juntos.
Paulina Kandall Nyambo trabaja para la empresa nacional de electricidad de Namibia, Nampower, y ve un gran potencial en la fotovoltaica en su país, debido a que recibe una gran cantidad de radiación solar. Allí la limitación es económica. No existen actualmente fotovoltaica conectada a red, asegura que -es muy caro en Namibia disponer de fv. Pocos namibios pueden permitirse ese lujo. A su compañero de trabajo David Jarret, que también está en el curso, esto no le preocupa, pues cree que los precios bajarán a medida que la demanda aumente.
También hay cursos para ejecutivos: funcionarios de ministerios, banqueros y empresarios de la construcción. Así tendrán información sobre las tecnologías en las que vale la pena investigar y cómo estas tecnologías pueden ser apoyadas por subvenciones y por un adecuado marco legal.
Estos cursos son más variados que los de los ingenieros. Dependiendo del enfoque de cda curso, los participantes pueden ganar visión sobre el estado de la tecnología para energía solar, biogas, geotermina o eólica. -Después de esta semana, los participantes deberían tener una idea de cuál es el área más adecuada para sus respectivos países, asegura Breid.
Ya hay programados nuevos cursos para primavera, pero el director del RENAC no quiere crear dependencia. -Mi idea es que los participantes ayuden a otros, para que nadie tenga que empezar desde cero.