Aprovechar la amplia superficie de la fachada de un edificio para instalar placas solares es una opción que comporta beneficios económicos, energéticos y medioambientales que vale la pena tener en cuenta.
Las instalaciones solares integradas en las fachadas de los edificios son sistemas cada vez más presentes en la arquitectura actual ya que ofrecen la posibilidad de conseguir un resultado estético atractivo desde el punto de vista del diseño y ofrecen al mismo tiempo la posibilidad de generar electricidad por medio de la energía solar.
La creciente demanda de energía, la contaminación medioambiental y el abastecimiento sostenible y seguro de la misma, tienen una importancia cada vez mayor en nuestra sociedad. La cuestión sobre qué papel puede desempeñar la envoltura del edificio, en particular la fachada, en el abastecimiento energético no es por tanto un tema exclusivo de constructores, arquitectos y proyectistas.
Por otro lado, la extracción de los recursos energéticos fósiles y nucleares, así como su tratamiento, resulta cada vez más complicada y cara, sin olvidar sus repercusiones en el cambio climático. Por ello, la utilización eficiente de las superficies de los edificios para generar electricidad y calor se convierte en un interesante reto que ofrece innumerables posibilidades.
Existe la posibilidad de convertir la fachada en una gran manta solar, que combine la colocación de placas solares fotovoltaicas –destinadas a generar electricidad- y sistemas solares térmicos -para agua caliente sanitaria y calefacción.
Este tipo de sistemas permiten una mejor gestión de la energía en el edificio por medio de la generación de la propia energía, con un mayor ahorro energético, y un indudable beneficio ecológico y económico para el inmueble. La aplicación inteligente de esta tecnología perfeccionada, disponible en el ámbito fotovoltaico y de la energía solar térmica, permite ya en la actualidad que un edificio pueda producir su consumo propio de electricidad, calor y climatización.
Las llamadas "fachadas integrales" son envolturas de edificios multifuncionales con conceptos integrados para enfriar, ventilar, calentar y climatizar, que ayudan de esta forma a proteger el medio ambiente y no sólo a generar energía.
Este tipo de proyectos también presenta la ventaja de que, durante los meses de entretiempo y en invierno, cuando el consumo de calor alcanza su máximo nivel, la energía del sol es transformada aún más eficiente en calor gracias a la posición baja del sol con un ángulo de incidencia plano. En función del tipo de captador y la orientación del edificio, los captadores fabricados a medida convierten entre el 60 y 80 por ciento de la luz solar incidente en calor.