La revolución industrial transformó el mundo y requirió de los combustibles fósiles para hacer posible la evolución desde una economía agrícola a una industrial. En la actualidad, nos hemos dado cuenta de que los combustibles fósiles tienen consecuencias negativas sobre el medio ambiente y de que la dependencia hacia éstos es un lastre para cualquier país que pretenda crecer de manera sostenible y afrontar una balanza comercial no deficitaria.
Por ello, si se dedicaran mayores esfuerzos a la investigación y al fomento de las energías renovables, éstas podrían ir sustituyendo a las anteriores paulatinamente hasta llegar a una generación de energía prácticamente inocua para el medio ambiente.
Dentro de las energías renovales, la energía solar fotovoltaica es una de las que más rápidamente ha crecido en España en los últimos años debido, tanto a las altas tasas de radiación, como a la fortaleza del sector y al sistema de primas que existía. Las consecuencias de la popularizacíón de esta energía sólo pueden ser positivas: reducción de emisiones de CO2, mayor autosuficiencia energética, compensación de la balanza comercial... la industria que está creciendo en este sector puede aportar mucha riqueza, empleo, inversiones industriales e, incluso, ser un foco de atracción de capital exterior.
El sector de la industria fotovoltaica española generó más de 25.000 empleos y cerca de 500 millones en inversiones industriales en 2007. En 2008, se estima que la potencia instalada superó los 2.500 MW y se calcula que el sector empleaba a más de 50.000 personas. En la actualidad, la energía solar fotovoltaica instalada en España supera la de tres centrales nucleares. Según WWF España este verano la fotovoltaica puede alcanzar el 5% de la producción.
Es justo reconocer que la anterior prima de 45 céntimos de euro por kW era una de las más altas del mundo y se tenía qe haber ido reduciendo paulatinamente, pues habría permitido un desarrollo más razonable y, además, no habríamos sufrido la tremenda reducción actual. Se calcula que ya se han perdido más de 25.000 empleos en el sector solar fotovoltaico.
Sin embargo, pese a que el gobierno de España siempre ha manifestado públicamente su apoyo a las energías renovables, la nueva normtiva deja al sector en una situación preocupante y de gravísima incertidumbre. Pese a que la disminución de la retribución del Real Decreto 1578/2008 es superior a un 25%, la tarifa es asumible gracias a la constante reducción de costos de la industria. Lo peor de la nueva regulación es que limita el mercado y esta limitación supone una gran desventaja para todas las empresas españolas del sector frente a otros mercados, como el alemán, que actualmente lidera el sector con empresas situadas a lo largo de toda la cadena de valor. El modelo alemán contempla rebajas de las primas, pero en ningún caso fija límites al desarrollo de la energía solar.
El principal problema para las empresas españolas, además de la limitación actual, son los plazos de los pre-registros, pues desde que las instalaciones se inscriben hasta que se conoce su autorización, pasan meses en los que no puede desarrollarse actividad alguna. Por ello, las empresas españolas cuya actividad se da principalmente en nuestro país están pasando por graves dificultades y tratando de diversificarse para que su negocio no dependa exclusivamente de las ventas de módulos o el desarrollo de proyectos. Esta diversificación pasa por la internacionalización y por la integración vertical de toda la cadena de valor.
El nuevo decreto pone varios obstáculos para los proyectos de energía fotovoltaica. No es sólo un recorte de la prima de retribución, sino también la imposición de un cupo, muy reducido, de instalaciones sobre suelo que quieran conectarse a red. Para entrar en este cupo hay un concurso y, además, ni siquiera el Ministerio cumple con sus propios plazos para publicar los resultados, de manera que los proyectos que se encontraban en ejecución están parados y los nuevos proyectos son casi inexistentes. El sector fotovoltaico en España se encuentra estancado debido a todos estos condicionantes, que han hecho que uno de los sectores con más capacidad de crecimiento, inversión y creación de puestos de trabajo, directos e indirectos, se esté tambaleando.
España se había convertido en una gran potencia en energía solar fotovoltaica y desde octubre de 2008 ha dejado de serlo. Es una lástima, porque nuestro país puede perder una oportunidad única de albergar una industria sólida e integral, favorecida, además por las mejores condiciones de radiación de toda Europa.
Lo que la industria y todas las empresas del sector reclaman no son mejores primas; lo único que deseamos es que una vez reducida la prima, al igual que en Alemania, hubiera una reducción de tarifa paulatina, lo que daría tiempo al sector, -por medio de la investigación y la integración del proceso productivo- a reducir los costes de los productos. El sector necesita un marco normativo adecuado que permita a las empresas hacer planes a medio plazo y no cada pocos años como ha ocurrido hasta ahora.
En pocos años el precio de la electricidad va a coincidir con el de generación a través de energía solar fotovoltaica y se habrá alcanzado la grid parity, de manera que la energía solar fotovoltaica va a ser rentable por sí misma, sin ningún tipo de prima, le guste o no al gobierno. Si en este momento España cuenta con una industria fuerte y competitiva, esta industria se convertirá en uno de los principales activos de nuestro país; pero si la industria española se sigue debiitando por una regulación que limita el mercado español, dejará de ser competitiva y España importará módulos y otros equipamientos fotovoltaicos e Alemania, EEUU, China, es decir, cambiaremos la importación de combustibles fósiles por la de equipamiento fotovoltaico. Y lo más importante: que España podría ser con el tiempo un país autosuficiente energéticamente e incluso exportador de energía. El sol podría ser el petróleo español. Se trata de una oportunidad única.
El sector de la energía solar fotovoltaica española puede suponer un estímulo enorme para nuestra economía, cda vez más deteriorada por estar basada en demasiados productos y servicios que no tienen demasiada utilidad real. La energía es necesaria y por medio de las fuentes renovables, podemos conseguirla de una manera sencilla, ilimitada y sin daños colaterales para el medio ambiente.
Industria muy beneficiosa
La Asociación Empresarial Fotovoltaica encargó el año pasado un informe a Boston Consulting Group. Este informe muestra claramente la generación de indusria asociada al desarrollo de esta tecnología en España hasta el momento y los retornos que la industria revierte a la sociedad vía impuestos, ahorro de importación de combustibles fósiles -y por ende, mejora de nuestra balanza comercial -, reducción de emisiones de CO2, empleo... A pesar del informe, el Ministerio de Industria se ha empeñado personalmente no sólo en destruir la industria sino además, en hacerla parecer culpable del déficit tarifario del sistema eléctrico. El real causante del déficit es la forma de definición del precio del sistema eléctrico para las distintas tenoclogías, que hace que en horas centrales del día la nuclear y la hidráulica cobren lo mismo que los ciclos combinados. Esto genera un exceso de coste de millones de euros por trimestre.
La crisis también obliga a buscar alternativas a sistemas que o bien no funcionan o tienen un coste muy elevado para nuestro entorno. El encarecimiento y las consecuencias sobre el medio ambiente de los combuustibles fósiles también constituyen una oportunidad única de desarrollar nuevas fuentes de riqueza y empleo como son las energías renovables, y deberíamos hacer todo lo posible para no dejar pasar esta oportunidad.
Sería una lástima que España, en un momento de recesión económica como el actual, perdiera un sector puntero de nuestra economía -al que además acompañan las mejores condiciones climáticas de Europa para la energía solar-. Se trata de un sector que genera cerca de 40.000 empleos de calidad y una más que significativa inversión industrial, al tiempo que genera unos beneficios macroeconómicos muy interesantes para nuestra sociedad.
Fuente: Tecnoambiente