¿Cuáles son los riesgos para la salud y el medio ambiente? Es uno de los temas de trabajo del Observatorio de las micro y nanotecnologías, creado en 2005 por el Centro nacional de la investigación científica (CNRS) y la Comisaría de la Energía Atómica (CEA), que federa a cerca de 250 expertos.
La especificidad de las nanopartículas se debe, como su nombre lo indica, a su tamaño liliputiense, inferior a 100 nanómetros, es decir 0,1 micras. Por lo tanto, presentan una proporción de átomos de superficie superior a la de partículas más grandes, lo que les confiere propiedades buscadas por los industriales (resistencia, flexibilidad, adhesión o repulsión...) pero las vuelve también más reactivas. Debido a su muy pequeña dimensión, también pueden penetrar bajo la piel (si ésta resulta herida, usada o enferma) y, en caso de inhalación o ingestión, cruzar las barreras de protección del organismo -intestinal, hematoencefálico, o incluso placentario.
Los estudios sobre la toxicidad de estos cuerpos minúsculos son aún poco numerosos y sólo se realizaron sobre modelos animales. Evidencian, sin embargo, que los peligros son reales. Experiencias realizadas, en 2007, por un equipo americano de la Universidad de Pittsburgh (Pensilvania), pusieron de manifiesto que la administración por la tráquea, a un ratas o ratones, de nanotubos de carbono -que forman parte de las nanopartículas más extendidas- implicaba el desarrollo de una fibrosis pulmonar.
Otra prueba, conducida por la Universidad del Nuevo México, sobre ratones que inhalaban también nanotubos de carbono, concluyó la ausencia de efecto a nivel pulmonar pero sí una alteración de la respuesta inmunitaria de algunos linfocitos.
Aunque estos resultados no son directamente transportables al hombre, «las nanopartículas de carbono u óxido de titanio, utilizadas ampliamente en la industria, pueden causar, a elevadas concentraciones, una inflamación a nivel pulmonar, lo que podría ampliamente participar en la iniciación y en el desarrollo de patologías», describe Francelyne Marano, directora del laboratorio de citofisiología y toxicología celular (Universidad de París-VII).
Los trabajos relativos al impacto de las nanopartículas en los ecosistemas son aún más fragmentarios. Se pusieron de relieve algunas alteraciones del desarrollo embrionario en el pescado cebra (Danio rerio), así como desordenes de las capacidades respiratorias en la trucha arco iris. Además, todo indica que algunas nanopartículas pueden fijar y transportar cantidades importantes de sustancias que contaminan (arsénico, cadmio, etc.) y causar su acumulación en el organismo de pescados como la carpa y por lo tanto en la cadena alimentaria.