19/09/2006 - 13:06h

La UE teme que Rusia y Argelia formen una OPEP del gas

Bruselas investigará la operación ruso-argelina y recuerda que Europa debe reducir su dependencia

El Gobierno italiano ha sido el primer en hacer sonar la señal de alarma. La Comisión Europea prefiere hacer un llamamiento a la calma y analizar si hay o no motivos para que cunda el pánico. La situación es la sigueinte: los gigantes del gas que rodean desde el Este y el Sur al Viejo continente, el grupo ruso Gazprom y el argelino Sonatrach, acaban de alcanzar un principio de acuerdo sobre el que edificar una alianza para operar en el mercado mundial.

Con las cifras de Bruselas en la mano, el 24 por ciento del gas consumido en 2004 por los países de la UE fue importado de Rusia; el 13 por ciento de Noruega; y el 10 por ciento de Argelia. Y según las previsiones de los expertos de la UE, la dependencia europea respecto al suministro energético de países terceros se está desparando: si Europa no logra impulsar sus propias fuentes de energía, en los próximos veinte o treinta años un 70 por ciento de su consumo deberá recurrir a la importación, frente al 50 por ciento actual.

El nerviosismo que estos días cunde en Italia se debe a que su dependencia del exterior es aún más preocupante. La bota italiana importa el 80 por ciento del gas que consume y casi todo viene de Rusia (32 por ciento). Además Roma, como el resto de las capitales europeas, duda de la fiabilidad de sus suministradores energéticos: ni Rusia, ni Argelia, ni Oriente Medio son zonas caracterizadas por su estabilidad política, ni por su respeto del Estado de Derecho, ni por su defensa del libre mercado. Y si no, que le pregunten precisamente a Italia, uno de los países que la pasada Navidad se echó a temblar de frío y de incertidumbre al sufrir el corte de suministro de gas por el pulso entre Moscú y Kiev.

Europa, acorralada

Con estos antecedentes, no es de extrañar que entre los más agoreros ya corran ríos de tinta y se comience a especular con que Europa podría quedar atrapada por la pinza que formarían dos de sus principales proveedores de gas, Argelia y Rusia, a través del pacto rubricado por sus respectivas empresas, Gazprom y Sonatrach. Ni que se llegue a hablar de la formación de una especide OPEP del gas, que a semejanza de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, se constituya en un cártel mundial para acumular las reservas energéticas e imponer que los precios se desboquen. Otros análisis más optimistas o, quizás, más despreocupados, puntualizan que este tipo de acuerdos internacionales se firman con frecuencia sin que necesariamente desemboquen en proyectos concretos.

Lo que del acuerdo entre Gazprom y Sonatrach ha transcedido hasta el momento a la luz pública es que ambas empresas cooperarán en la prospección, extracción y transporte de gas, en el desarrollo de infraestructuras gasísticas, en el tratamineto del gas y en su comercialización ya sea en Rusia, en Argelia o en países terceros.

También se apunta a que ambas compañías podrían intercambiar activos. Gazprom podría participar en el gaseoducto en construcció entre Argelia e Italia. Y no se descarta que la empresa reusa también intervenga en las conexiones entre Argelia y España. Pero la palabra que más recelos ha suscitado y ha puesto en pie los fantasmas de una nueva OPEP y de una alza de los precios ha sido la posible colaboració en la comercialización del gas de dos actores que hasta la fecha han rivalizado como competidores.

A Pier Luigi Bersani, ministro italiano de Desarrollo Económico, le ha faltado tiempo para remitir una carta al letón Andris Piebalgs, comisario europeo de Comercio. En su escrito le encarga que aproveche los contactos de la Comisión Europea para informarse de los detalles del acuerdo. Y le pide que acelere la puesta en marcha de una política energética común en la UE, y la ejecución de los proyectos de redes energéticas continentales.

Más poder para Bruselas

La iniciativa del ministro italiano es todo un elogio para Bruselas. La Comisión Europea intenta una y otra vez sin éxito que los veinticinco países de la UE le otorquen poderes para desplegar una política energética comunitaria. Logró que la Constitución europea recogiera su demanda, pero al ser rechazada la Carta Magna por los votantes franceses y holandeses, se quedó con la miel en los labios. En su última tentativa, el ejecutivo comunitario ha logrado que los Veinticinco le hayan encargado un plan de acción para poner en marcha una política energética europea común en primavera de 2007. Y por lo que a las relaciones energéticas internacionales se refiere, en junio la UE ha hecho de las relaciones con Rusia y con Argelia sus dos grandes prioridades, evidentemente, no por casualidad.

Bruselas aceptó ayer públicamente el encargo de vigilar la alianza rusoargelina, y evaluar su posible impacto sobre la economía europea. Sin embargo se negó a entrar en especulaciones o primeras valoraciones. También recordó que la UE negocia actualmente un acuerdo energético con Argelia, y comenzará en breve las negociaciones de otro con Rusia.

El portavoz de la Comisión Europea aprovechó para reiterar sus recomendaciones a los Gobiernos europeos: "Es una nueva incitación para avanzar en el ahorro y uso eficiente de la energía: diversificar las fuentes: y potenciar el desarrollo de recursos propios como las energías renovables", asegura cuidándose de no levantar polémica ni mencionar la energía nuclear.

Fuente: Antonio León, El Economista, 10 de Agosto de 2006

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