Cada día se venden más coches de gasolina y es algo que se examina como algo positivo, pero en realidad no lo es. Si a esto se suma que cada día se venden más coches de tipo todoterreno, esto nuevamente hace elevar las emisiones de CO2, Los clientes no compran coches eléctricos, ni híbridos enchufables ni de gas porque no hay infraestructuras para repostar.
La Unión Europea (UE) está en plena batalla para conseguir reducir las emisiones de CO2, pero lo curioso es que no hacen más que aumentar. Y el ejemplo del automóvil es revelador. Los coches nuevos que se venden en España han aumentado sus emisiones de este gas en comparación a los que se vendían el año pasado. Cada vez se venden más coches de gasolina, que emiten más CO2; se venden más vehículos todoterreno, que aun emiten más. Y por si todo esto fuera poco, la nueva normativa de homologación hace que actualmente los coches aumenten sus valores de emisiones.
Las nuevas normas de homologación (WLTP): Hasta hoy, en Europa las pruebas para homologar los coches nuevos se hacían dentro de un laboratorio cerrado. Pero desde ahora se hacen también en parte con pruebas en carreteras abiertas al tráfico, lo que hace subir también las emisiones de CO2. Esto hace que las emisiones aumenten más de un 20% con respecto al sistema NEDC utilizado hasta ahora, según estimaciones de la Asociación de Constructores Europeos de Automóviles (ACEA).
La verdad es lamentable. Ni en España ni en Europa, no hay ningún político, que cuando habla del mundo del automóvil no logre mencionar reducir las emisiones contaminantes como objetivo primordial, El automóvil provoca con su funcionamiento dos tipos de emisiones. Por un lado, las más peligrosas, las que corresponden a óxidos nitrosos, partículas no quemadas, compuestos de azufre y algún otro elemento más en menor medida. Y por otro lado emite mucho CO2, que no es desfavorable, no tiene efectos negativos contra la salud, pero que afecta al cambio climático.
La Union Europea estableció a principios de los años ochenta apostar por reducir las emisiones de CO2 y por ello se impulsó el uso del gasóleo en automoción. Hoy, más del 70% de vehículos europeo es de gasóleo y cada vez que se cambia uno de estos coches por uno de gasolina, aunque sea más moderno y eficiente, las emisiones aumentan.
Nuestros gobernantes saben que las emisiones aumentan, pese a las nuevas tecnologías, pero la UE obliga a todos los fabricantes a reducir un 30% las emisiones de los coches vendidos hasta el año 2020. Esa deducción no es en la media de la gama, que se podría lograr lanzando nuevos vehículos eléctricos, sino en las ventas reales de los coches.
Los clientes compran coches de gasolina porque muchas ciudades alertan de que van a desaprobar la circulación a los diésel por sus calles. Y las emisiones siguen subiendo. Por ello se da el caso curioso de que una marca como Volkswagen lanzará pronto su buque insignia, el nuevo Touareg, y en Europa solo lo va a vender con motores diésel. Los de gasolina se venderán en el resto del mundo menos en Europa.
Los políticos de Bruselas no se deben dar cuenta de que la industria del automóvil en Europa genera 14 millones de empleos y que poner en riesgo esta industria supone dejar balancear la economía de Europa. Con las multas multimillonarias que prevé Bruselas a los que no cumplan la reducción de emisiones va a poner en peligro el futuro de la industria europea del automóvil. Mientras, las cabezas pensantes de Bruselas solo estudian cómo van a gastar el dinero que van a ingresar con esas multas, Con las multas multimillonarias que prevé Bruselas a los que no cumplan la reducción de emisiones va a poner en peligro el futuro de la industria europea del automóvil.