El cambio climático ya está reflejando sus efectos en el ecosistema marino canario, lo que indudablemente afectará a la pesca en los próximos años. Es uno de los términos a los que llegó ayer Javier Aristegui, miembro del Instituto Universitario de Oceanografía y Cambio Global (IOCAG), en una ponencia titulada "Los efectos del cambio climático en las aguas canarias", dentro del Seminario Planeta Tierra organizado por la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife.
El calentamiento del agua, principalmente, con la consecuente desoxigenación del medio, ocasionará que cada vez existan más "zonas de mínimo oxígeno". Según Aristegui, estos lugares existen ya en Cabo Verde, pero temen que se vayan prolongando por todo el océano influyendo de forma "importante" en los organismos marinos.
La temperatura del mar en las Islas, que en los últimos 30 años ha ido aumentado entre 0,5 y 1 grado por década, hace que las aguas de Canarias hayan disminuido su productividad. Esto, unido a la explotación humana, "tiene un efecto sobre las comunidades de predadores (los peces) y en la producción pesquera".
Además, esta tendencia, "no es reversible", como aseguró Aristegui. Lo único que podemos hacer es "mitigar" los efectos del cambio climático en las aguas canarias. basándonos en dos claves: el control y la adaptación.
Por un lado, "tanto a nivel global como regional, se está intentando controlar el aumento de temperaturas, para que no crezca más de un grado y medio a final de siglo". Por otro, el científico aboga por poner coto a la pesca, tratando de que fuera "más eficiente" al establecer límites a las tallas mínimas y a las capturas.
Sin embargo, Javier Aristegui también puso la pelota en el tejado de la sociedad, la cual, afirmó, debe adaptarse socialmente -con cambios en la mayoría de sectores productivos- para que esta tendencia no sea tan "drástica" para el devenir de la economía.
"Otra cuestión interesante", como señaló el científico, es la tendencia al aumento de las calimas en las islas. Aunque las consecuencias no se conocen al detalle, es posible -y lo vimos el pasado verano- que "el transporte de polvo fertilice la superficie del agua, dando lugar al crecimiento de las cianobacterias".
"Toda esta serie de factores pueden desempeñarse de dos maneras de forma sinergística -sumándose- o de forma antagonística -restándose-", explicó el investigador, que admitió que no se sabe con certeza si será de una o de otra. Aunque, esta incertidumbre podría atenuar con estudios y una monitorización continua, para lo que el Observatorio del Cambio Climático conforma una "oportunidad maravillosa".
Fuente: El Dia