A pesar de que hace tres décadas hubo numerosas iniciativas para desarrollar el aprovechamiento energético del mar, especialmente en Japón y Reino Unido, ésta quedaron relegadas por la falta de tecnologías eficientes o económicamente rentables.
El mar ofrece cuatro tipos de potencia energética: la fuerza que desprenden las olas generadas por el viento (movimiento horizontal), el movimiento vertical que generan los cambios entre bajamares y las pleamares, así como el paso de olas, los movimientos de las corrientes marinas y la energía térmica oceanográfica, diferencia de temperaturas entre el fondo del mar y la superficie marina.
En la mayor parte de estos supuestos, los mares con mayor atractivo son los mares abiertos, los de fuerte oleaje, en nuestro caso las costas atlánticas y especialmente las del Cantábrico. Y es precisamente en el Cantábrico donde se van a construir las dos primeras 'centrales eléctricas marinas' de España.
Serían las localidades de Santoña (Cantabria) y Mutriku (Guipúzkoa), que a partir de sistemas y tecnologías muy diferentes, exprimirán el agua para sacar electricidad. Se prevé que estén en funcionamento a finales de 2007 o principios de 2008.
Al igual que ocurre con otras fuentes de energía renovables, la venta de esta corriente al sistema eléctrico estará sujeta al 'régimen especial', similar al retributivo del eólico.
En Santoña se aprovechará el movimiento vertical del mar, de las mareas y de las olas. Para este proyecto son necesarias olas de entre 1 y 5 metros, requisito que cumple holgadamente la costa de Santoña.
El proyecto está liderado por Iberdrola, la firma estadounidense Ocean Power Technologies (OPT), el IDAE y la Sociedad para el Desarrollo de Cantabria (SODERCAN). La compañía que asume el mayor coste del proyecto es Iberdrola, pero la que aporta la tecnología es OPT, que ya que tiene en funcionamiento una instalación de parecidas características en Hawai.
Pero además del proyecto de Cantabria, Iberdrola tiene un acuerdo más amplio con OPT, que implica también a la compañía francesa Total, por el cual las tres quieren promover parques marinos similares en Francia.
El proyecto SWEP (Santoña Wave Energy Project) consistirá en la colocación de 10 boyas con baliza, de 6 metros de diámetro, que se situarán a un kilómetro del Faro del Pescador, lejos de las rutas martímas. Estarán ancladas al fondo, a unos 30 metros de profundidad, y conectadas a un cable de alta tensión marino. El movimiento de las olas hará que las boyas se eleven y desciendan sobre una estructura que lleva una bomba hidráulica. La entrada y salida del agua en dicha bomba pondrá en funcionamiento un generador eléctrico y esa electricidad será enviada por el cable submarino hasta el faro, lugar en el que conectará con la red del sistema eléctrico.
La potencia de generación conjunta de estas boyas oscilará entre 1.5 MW y 2 MW, lo que equivale al consumo eléctrico de unas 1.500 familias y requerirá una inversión de 3,25 millones de euros en equipamiento.
En el caso del puerto guipuzcoano de Mutriku, es el Gobierno Vasco quien lidera el proyecto, que implica una inversión de 3.5 millones y permitira´ disponer de una planta de 240 kW de potencia, con lo que se evitará la emisión a la atmósfera de aproximadamente 1.000 toneladas de CO2, si se produjera esta misma energía mediante fuentes de energías fósiles.
La empresa encargada de desarrollar esta tecnología es la escocesa Wavegen, que tiene amplia experiencia en proyectos similiares, como los que están en funcionamiento en Escocia y las Islas Azores. Se trata de la puesta en marcha de una instalación con tecnología OWC (columna de agua oscilante) par el aprovechamiento energético de las olas, la cual estará completamente integrada en el nuevo dique de abrigo que se construye en el puerto. El nuevo dique de abrigo que se construye en el puerto de Mutriku, tendrá 400 metros de longitud, aunque en una de sus secciones se aprovechará para integrar en su estructura 16 unidades cámara-turbina. Es decir, en la parte inferior del dique se colocarán una serie de cámaras de aire, en las que penetrará el agua del mar generando electricidad al mover una turbina.
Fuente: El Economista Especial, 10 de julio de 2006