La crisis energética hace acuciante, especialmente para los países con menos recursos, la búsqueda de fuentes alternativas, aunque sea, literalmente, bajo las piedras. El calor de la corteza terrestre podría proveer al este de África con hasta 6.5 GW. de electricidad mediante plantas geotérmicas, un potencial de energía no contaminante ni dependiente de las lluvias que sólo Kenia ha explotado.
Impasibles a la tumultuosa actividad que acontece bajo tierra, cebras y jabalíes merodean no lejos de fumarolas y fuentes termales en el Parque Nacional de Hell's Gate, situado en Naivasha, a 90 km. de Nairobi. Allí está situada Olkaria, la mayor planta de energía geotérmica de África, que actualmente proporciona a Kenia 130 MW. de electricidad.
La energía geotérmica es el calor natural almacenado en la corteza terrestre, y que se manifiesta en la superficie a través de humos termales con un leve olor a sulfuro de hidrógeno. 'Para extraer la energía se hace una perforación de unos 2.000 metros bajo tierra y se canaliza el agua y el vapor a elevadas temperaturas y a mucha presión', explica Cyrus Karingithi, geoquímico y empleado de Olkaria. 'El vapor entra en una turbina conectada a un generador y produce energía, por un proceso similar a cómo el pedalear una bicicleta permite encender la bombilla conectada a su rueda', continúa Karingithi.
Segun Anne Marie Verbeken, del Programa de la ONU para el Medio Ambiente, cuando se analiza la energía geotérmica, prácticamente todo son ventajas. 'No es como la eólica o la hidroeléctrica, que dependen de las condiciones climáticas, y eso es muy importante en el Cuerno de África, afectado cada vez más por un grave problema de sequía'.
Además esta energía es, al igual que el calor de la tierra, ilimitada, no implica desalojos como la construcción de una presa, la la contaminación que produce es mínima y evita otros daños ambientales, como la deforestación. Pero frente a todas las ventajas, el gran obstáculo para su explotación es el elevado coste de la inversión inicial. Poner en marcha una planta que genere 100 MW. costará, de principio a fín, 260 millones de dólares (216 millones de euros).
Mientras tanto, el Banco Mundial (BM) impulsará en los próximos meses medidas para acelerar el uso de energías renovables en los países en desarrollo, que contemplan la concesión de más subvenciones y financiación al sector. Así lo aseguró Paul Wolfowitz, presidente del BM, en el acto inagural de la 'Semana de la Energía', una conferencia de tres días en la que participaron más de 500 representantes de la ONU, el sector privado, la sociedad civil y distintos gobiernos.
Wolfowitz adelantó que el Consejo Ejecutivo del BM analizará a finales de este mes la puesta en marcha de lo que él difinió como un nuevo 'Vehículo para la financiación de energías limpias'. Ese nuevo instrumento combinará subvenciones a países pobres con la financiación de emisiones de carbono, que consisten en la venta de emisiones contaminantes de los países ricos al mundo en desarrollo.
Con esa trasacción, las naciones industrializadas persiguen cumplir los objetivos de Tratado de Kyoto, que busca la reducción de las emisiones de gases invernadero. Los países pobres, a su vez, destinan los fondos de esa operación simbólica a la financiación de de energías renovables. Fuentes del Banco señalaron que muchos países en desarrollo todavía carecen de un mercado de emisiones de carbono, algo que el organismo con sede en Washington trata de impulsar.
Fuente: Levante EMV, 2 de abril de 2006