Como señala Jeremy Rifkin en su libro 'Ecología del hidrógeno' (Paidós), éste es el elemento básico y ubícuo del universo, la materia de la que están hechas las estrellas. Y ahora, en los comienzos del XXI, el hidrógeno es objeto de máxima atención pública y privada, y de manera muy especial por parte de los principales fabricantes de automóviles. La obtención del hidrógeno masivamente está investigándose por medio del sistema de fusión, análogo al que se desarrolla en el Sol, con el proyecto ITER, en el que participan EEUU, UE, Rusia y Japón. Un proceso que está en marcha desde hace casi cincuenta años, y en el que todavía no acaba de encontrarse la solución definitiva. Por lo cual, acutalmente están buscándose otras vías más inmediatas -entre ellas, la pila de combustible-, para empezar a poner fin a la dependencia del mundo respecto del petróleo y el gas.
Además, en la dirección apuntada, y en un futuro a 15/20 años vista, no menos, Rifkin estima que, merced al hidrógeno, habrá un recorte espectacular de las emisiones de gases de efecto invernadero a efectos de mitigar la incidencia dle calentamiento global. Aunque para muchos tales predicciones no pasan de ser puro deseo, e incluso ha llegado a afirmarse que ya es demasiado tarde para que las nuevas tecnologías puedan influir en una reconducción de los desastres climáticos que se nos anuncian.
Otros testimonios menos futuristas y más pragmátivos sobre el hidrógeno pude escucharlos el pasado 23 de marzo en la Fundación ADA, en una conferencia que dictó Jose María López, del Instituto Universtario de Investigación del Automóvil (Insia), quien dio explicaciones muy concretas, con gran cantidad de contenido técnico, sobre el caso que nos ocupa. Empezando por poner de relieve que los motores de combustión interna a base de hidrógeno están adquiriendo cada vez más interés por su inmediata aplicación a toda clase de vehículos automóviles, alimentados por las ya citadas pilas de combustibles; es decir, los dispositivos que permiten la conversión de la energía química del hidrógeno en electricidad, con las ventajas de bajo impacto ambiental, poco ruido, y escasa necesidad de mantenimiento.
Japón fue el primer país en establecer un plan nacional para la utilización del hidrógeno, a lo cual se ha unido, desde enero de 2003, la 'Hydrogen Fuel Iniciative' de EEUU, promovida por el presidente Bush, al objeto de acelerar el desarrollo de tecnologías capaces de producir, transportar, almacenar y utilizar el referido gas en toda clase de vehículos. Así las cosas, en esa iniciativa oficial, se prevé que para el año 2030 el hidrógeno será plenamente competitivo en el sector transporte. Previsiones que han inducido a que otras naciones estén preparando también su propia hoja de ruta haci alo que se presenta como la auténtica panacea energética.
Ramón Tamames Catedrático de Estructura Económica / Cátedra Jean Monnet de la UE
Fuente: La Razón, 23 de abril de 2006