2/08/2006 - 12:05h

La energía que viene del campo

Los biocarburantes están de moda. Al menos, eso es lo que se desprende del aluvión de inversiones anunciadas a lo largo de este año por empresas españolas de múltiples sectores. La lista es larga: desde nombres fuertemente vinculados a la energía como Repsol YPF y Acciona, hasta firmas agroalimentarias como Ebro Puleva o Sos Cuétara.

Todo el mundo quiere apuntarse a un negocio en el que firmas como Abengoa -primer productor europeo de bioetanol- o Bionor -líder español en biodiésel- tienen presencia desde hace años. Una de las últimas en aflorar ha sido la valenciano-argentina IBS, que planea contar con con veinte plantas de biodiésel en todo el mundo en 2008, y prevé invertir más de 34 millones de euros.

Tal es el entusiasmo por este tipo de combustibles que el objetivo de que, en 2010, suponga el 5,83% del consumo del transporte es hoy mucho más factible que hace un año, cuando apenas representó el 0,44% del total. Con las inversiones previstas, la capacidad de producción de biocarburantes en España se situará en 2010 en 2,5 millones de toneladas, frente a las algo más de 200.000 del año pasado y las 400.000 previstas para este ejercicio.

La razón de esta explosión está no tanto en la conciencia ecológica - al tener orígen vegetal, las emisiones de estos compuestos a la atmósfera son muy inferiores a los de los combustibles convencionales como en los desorbitados precios de un petróleo cada vez más escaso: con un barril por encima de setenta dólares y el consiguiente encarecimiento de sus derivados, empieza a ser rentable tanto la producción de biodiésel (sustituto del gasóleo, procedente del aceite de semillas de girasol y soja) como de etanol (obtenido a partir de la caña de azúcar o la remolacha), ya que ambos productors están exentos del impuesto de hidrocarburos (unos 27 céntimos de euro por litro) hasta 2010.

Además de sus ventajas para el medio ambiente, los biocarburantes -que en España se utilizan mezclados con combustibles fósiles en una proporción de entre el 20% y el 25%- tienen una eficacia probada. El primer coche de la historia, el mítico Fort T, no utilizaba gasolina, sino etanol, y otro tanto hacían las versiones latinoamericanas de los no menos legendarios Volkswagen Escarabajo, producidos en serie hasta hace sólo tres años. No obstante, el futuro de estos combustibles aún tiene obstáculos que sortear, como la escasez de puntos de suministro: de las 8.000 estaciones de servicio que existen en España apenas dos centenares proporcionan combustibles ecológicos.

El futuro de la biomasa


El presente de la generación eléctrica a partir de la combustión de biomasa (especies vegetales herbáceas o leñosas) es bastante menos halagüeno, a tenor de las quejas de la patronal del sector, la Asociación de Productores de Energías Renovables (Appa), que asegura que la situación de esta actividad es "crítica". En España, la producción eléctrica con biomasa se paga a un precio un 270% inferior al de Italia, lo que, según Appa, pone en peligro el objetivo de alcanzar en 2010 los 1.695 megavatios (MW) procedentes de esta fuente de generación, que actualmente no llega a los 400 MW instalados.

Independientemente del marco regulatorio, parece que esta actividad también está despertando el interés de las empresas. Prueba de ello es un proyecto recientemente presentado por el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat), destinado al desarrollo de los llamados cultivos energéticos.

Con un presupuesto de 79,6 millones de euros (la financiación corre a cargo del Ministerio de Educación y Ciencia, aunque no se descarta la aportación de otras instituciones y del sector privado), el proyecto, calificado como "singular y estratégico", cuenta con la participación de 23 instituciones, entre las que se cuentan empresas (Endesa y Acciona, entre otras), organizaciones agrícolas, centros de I+D y universidades. Su objetivo es repoblar y aprovechar 30.000 hectáreas en siete comunidades autónomas, para examinar las diferentes aplicaciones de especies herbáceas -como el girasol, la colza o la soja- y leñosas, como el chopo. Además de servir para el aprovechamiento de terrenos baldíos, el proyecto, que cubre el periodo 2005-2012, quizá sirva para reducir la atávica dependencia energética de España, superior al 80%.


Fuente: A.M.Vélez, Expansión, 1 de Agosto de 2006

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