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Se trataba de una primera tentativa de domesticar la energía de las mareas que data de 1967, fecha de la conexión de la fábrica a la red, que funcionó ininterrumpidamente y producía 630 millones de Kwh al año o sea en total 25 mil millones de Kwh. Desde hace tiempo ya está amortizada y ahora se permite producir a un coste muy competitivo: de 15 a 20 céntimos el kwh.

El único problema, dicen, es que seguirá siendo única ya que habría trastornado el ecosistema del estuario cambiando la distribución geográfica de los sedimentos. Otro inconveniente: al franquear el estuario sobre casi toda su anchura, lo transformó en un lago de agua dulce, lo que modificó la fauna y la flora. Por último, el contenido en arena de las aguas se traducía en un desgaste rápido de las paletas de las turbinas, lo que constituyó un feo asunto para su fabricante, Alstom.

No habrá pues seguidores de la fábrica de Rance, aunque el potencial «de marea» del litoral francés se considera de  6.000 Mwh. Los estudios en el ámbito de la domesticación de la energía de las mareas se orientan más bien hacia la constitución de gigantescas lagunas en alto mar (China, Corea) o hacia la domesticación de la marejada en explotaciones como en la instauración del sistema Pelamis en Portugal.