Cualquier negocio que dependa de los recursos hídricos para funcionar tiene la responsabilidad de examinar la cadena completa de suministro de agua para asegurar el uso eficiente de la misma
Energías renovables, huellas de carbono, emisiones de CO2... el lenguaje asociado al cambio climático es parte de nuestras vidas cotidianas. Durante la década pasada, la sociedad ha pasado de comprender los mecanismos básicos del funcionamiento del efecto invernadero, a ser consciente de que el cambio climático representa un serio riesgo para todos.
A pesar de la falta de consenso en la Cumbre de Copenhage durante diciembre, en los negocios se continúa intentando frenar las causas del cambio climático para asegurar el bienestar de nuestro medioambiente.
Pero... ¿ qué pasa con el agua ? Después de todo, su presencia o ausencia es una de las principales manifestaciones del cambio climático. Según algunas estimaciones, habrá un 40% más de demanda de agua potable que de oferta en todo el mundo en 2030. La inacción en este sentido, tendrá graves consecuencias para todos los habitantes del planeta. ¿ De quién es la responsabilidad ? y ¿ qué es lo que pueden hacer las industrias que la necesitan ?
Parece obvio pero, para hacer cerveza, es necesario disponer de mucha agua potable. Lo que resulta más sorprendente es que son necesarios 22 litros de agua para hacer medio de cerveza, y sólo dos litros y medio de ese agua se utilizan durante el proceso de fabricación de la cerveza. El resto se usa en la agricultura, para regar los cultivos de los ingredientes. En algunos países, como Sudáfrica, las necesidades de agua para el riego de la malta y cebada son aún más elevados. Y la cerveza es una de las bebidas que menos agua necesita.
Ya estamos trabajando en objetivos de la industria para reducir el consumo de agua, como por ejemplo reducir el uso de agua durante el proceso de fabricación de la cerveza para 2015. Pero incluso esto no es suficiente. La realidad es que si llega a darse una escasez de agua, no habrá cerveza. Cualquier sector de la industria que requiera de agua para la producción de sus bienes y/o servicios debe ser consciente de esto, y de la necesidad de una correcta gestión del agua.
Para favorecer la reducción del uso del agua, se está valorando la posibilidad de incluir en el etiquetado la cantidad de agua necesaria para la fabricación del producto. Aunque los productores se preocupan porque los consumidores interpreten mal este mensaje, ya que la cantidad de agua necesaria para la producción sólo es importante cuando hay una carestía grave.
Más que etiquetar, lo que puede resultar más eficiente es la toma de medidas directas, como por ejemplo el mapeo de las cuencas para conseguir un efectivo seguimiento de la "huella hidrológica" en países como Sudáfrica, Tanzania, Perú o Ucrania. Esto implica comprender muy bien cuál es el uso del agua en cada nivel de producción de un producto, de forma que se pueda implementar las medidas necesarias para el ahorro de agua y el uso eficiente de la misma.
Alcanzar usos más eficientes del agua es un gran reto que sólo puede ser alcanzado si se realiza una estrecha cooperación entre la industria, el gobierno, las ONG y las comunicades locales. La gestion del agua es una responsabilidad que debe ser compartida.
Las ONG hace tiempo ya que comenzaron a llamar la atención sobre la necesidad de gestionar de forma eficiente los recursos hídricos; ahora también los gobiernos y las empresas empiezan a tomar nota. Grupos como WWF han sido grandes contribuidores a las conversaciones sobre los recusos hídricos durante años. Es importante mantener un diálogo abierto, sincero y rápido entre las empresas y ONG como ésta, de forma que la industria se pueda beneficiar de su experiencia.
Hay formas de obtener una gestión hídrica sostenible, por ejemplo, a través de la agricultura biológica. Por ejemplo en Honduras, WWF ha enseñado a los granjeros a introducir formas bio de control de las plagas. Usan un hongo (Metarhizium anisopliae), que ataca la plaga, en este caso, un escarabajo que se come las plantas. El hongo ataca al escarabajo, pero no es tóxico para humanos, animales o plantas, con lo cual se protege a todo el ecosistema y a los recursos hídricos de la zona.
Todos necesitamos comportarnos de forma inteligente ante nuestros recursos hídricos para conseguir un progreso real. Las empresas deben ser las primeras en la toma de conciencia, pues su supervivencia también depende de la supervivencia del ecosistema que les da los ingredientes para fabricar su productos.
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Fuente: The Guardian