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Los períodos de sequía son intrínsecos al clima mediterráneo. Por lo tanto, la falta de lluvias que está sufriendo el territorio catalán no nos debería sorprender. A pesar de ello, la sequía se continúa tratando como un tema excepcional, que merece unas medidas excepcionales, como si nunca tuviera que volver a pasar.

[Un artículo de la Agenda de la Construcción Sostenible.]

 

Parece lógico pensar que los municipios tienen que crecer condicionados por los recursos naturales de su entorno, y tiene que ser la capacidad de optimizar el uso de los recursos lo que justifique continuar creciendo una vez se ha alcanzado la capacidad máxima de extracción del recurso. Dicho de otra manera: si un municipio tiene abastecimiento de agua garantizado para 1.000 viviendas con un consumo determinado, tan sólo se tendría que plantear duplicar el número de viviendas si éstas pueden consumir la mitad.

Parece lógico pensar que los municipios deben crecer condicionados por los recursos naturales de su entorno, y tiene que ser la capacidad de optimizar el uso de los recursos lo que justifique continuar creciendo una vez se ha alcanzado la capacidad máxima de extracción del recurso.

Curiosamente el número de viviendas crece sin que la demanda se reduzca, justo lo contrario de lo que sugieren las previsiones climáticas, que hacen previsible una reducción del agua dulce disponible en nuestras latitudes.

El papel de la tecnología

Si en un país como el nuestro, con áreas densamente pobladas y poco suministro de agua, es posible ducharse cada día, sin duda es gracias a la tecnología. Es una lástima que la mayor parte de los esfuerzos para abastecer de agua las viviendas se hayan basado en grandes obras de ingeniería hidráulica, en lugar de potenciar su aprovechamiento y reutilización a escala doméstica.

A medida que crecen las necesidades de agua también crece la magnitud y la inverosimilitud de las medidas que se adoptan para paliar los efectos de la sequía. En el gráfico siguiente vemos un caso que, a pesar de tratarse de una medida excepcional, demuestra de manera flagrante la ineficiencia del sistema. Se ha propuesto llevar con barcos agua procedente de la desaladora de Almería, donde la capacidad de producción supera con creces las necesidades locales. El recorrido del agua es el siguiente:

 

 

1. Se recoge agua del mar.
2. Una vez desalada se carga en el barco cisterna.
3. Se transporta desde Almería hasta Barcelona.
4. El agua, ya tratada, se inyecta a la red pública.
5. El agua recorre la red a presión hasta que llega a las viviendas.
6. Una parte importante del agua se destina al váter.
7. El agua, que ya no es potable, circula por la red de saneamiento de la vivienda hasta que llega a la red pública.
8. Estas aguas residuales se trasladan hasta la depuradora para evitar la contaminación marina.
9. Finalmente el agua vuelve al mar.

Adoptar este tipo de medidas implica que el coste económico y ambiental de un acto tan sencillo como tirar de la cadena del váter resulte aterrador. Ni tan sólo nos podemos consolar pensando que se trata de una medida de emergencia, ya que si eliminamos el transporte en barco del gráfico estaremos viendo el esquema del futuro abastecimiento de agua potable de muchos municipios de nuestro país.

¿Qué se puede hacer desde el sector de la edificación?

El consumo de agua para uso doméstico no llega al 20% del consumo total; sin embargo este dato no nos exime en absoluto de hacer algo al respecto, ya que no se debe reducir la demanda de quien más consume sino de quien menos necesita. Las viviendas podrían consumir la mitad del agua que consumen sin que el usuario percibiese cambios en el uso del agua. Si además los usuarios estuvieran concienciados y redujesen el consumo de agua, el potencial de ahorro de agua sería muy importante.

Lo explicaremos con datos. El gráfico adjunto muestra la distribución del consumo de agua según el uso en bloques de viviendas:



Si agrupamos los usos que requieren agua potable y los que no lo requieren obtenemos el gráfico siguiente:



Podemos observar que más de la mitad del agua que se utiliza en las viviendas puede proceder de agua reutilizada. Evidentemente, esta agua reutilizada necesita una cierta depuración para extraer las grasas o partículas que pueda tener, pero no es necesario que esté en el mismo estado de potabilidad que el agua de beber.

Reutilizar el 44% de agua potable, junto con una cierta captación de aguas pluviales, permitiría evitar el consumo del 56% del agua para uso doméstico, independientemente de que el usuario de la vivienda esté concienciado de reducir su consumo.

Actualmente, en el ámbito de Cataluña, el Decreto de Ecoeficiencia pretende reducir la demanda de agua en las viviendas con diversas medidas, como la limitación del caudal máximo de los grifos o la obligación de instalar cisternas de descarga partida o interrumpible. La única medida que propone respecto a la reutilización del agua es la separación de la red de saneamiento para las aguas pluviales, aunque la red pública no sea separativa y lo vuelva a juntar.

El documento básico HS5 del CTE (Código Técnico de la Edificación) nos habla de separadores de grasas, una herramienta muy útil para depurar parcialmente el agua procedente de las cocinas. Desdichadamente tan sólo obliga a utilizarlos en locales donde la presencia excesiva de grasas y líquidos inflamables puedan dificultar el buen funcionamiento de los sistemas de depuración, o crear un riesgo en los sistemas de bombeo y elevación. Al final tan sólo se deben aplicar obligatoriamente en garajes, restaurantes, etc.

La conclusión es que si no se adoptan medidas voluntarias, en los próximos años se incrementará el uso de agua que, a pesar de tener el objetivo de evacuar residuos, sigue unos procesos de desalinización, control, transporte y depuración que resultan muy costosos y se valoran muy poco.