Además, el estudio recomienda a Europa que aproveche el periodo de transición necesario para adaptarse a esta fuente energética para situarse a la cabeza del mercado internacional de las tecnologías del hidrógeno, a fin de abrir nuevas vías y reforzar su propia competitividad.
Para fijar la hoja de ruta para el análisis de las incidencias potenciales (sobre la economía, la sociedad y el medio ambiente en la Unión Europea) y de los efectos a corto y largo plazo de recurrir a gran escala al hidrógeno, en este proyecto han participado empresas, instituciones y agencias gubernamentales de diez países europeos: Alemania, España, Finlandia, Francia, Grecia, Italia, Noruega, Países Bajos, Polonia y Reino Unido.
De cualquier modo, esta forma de energía necesita aplicar una serie de cambios progresivos sobre el conjunto del sistema energético y ese periodo debe de ser aprovechado por Europa, según el estudio, para tomar el liderato en el desarrollo de este mercado y no pagar el precio de una entrada tardía en el mismo. Además, es necesario reducir considerablemente el coste de las aplicaciones finales del hidrógeno, especialmente en el transporte de carretera, para lograr que sea una fuente competitiva.
El estudio financiado por la UE prevé que en 2030 habrá 16 millones de vehículos cuyo combustible será el hidrógeno y que la inversión total en infraestructuras alcanzará en torno a 60.000 millones de euros. En este sentido, el trabajo de 'HyWays' indica que para el desarrollo de este combustible hacen falta programas de ayudas a favor de las tecnologías para los usos finales del hidrógeno y para la construcción de las infraestructuras necesarias. Además, incluye una serie de simulaciones que contemplan factores como la fabricación de vehículos adaptados al hidrógeno o la distribución del combustible que fijan entre 2025 y 2035 la fecha para alcanzar el umbral de la rentabilidad.