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Los vehículos "verdes" que en mayor cantidad pueden encontrarse en el mercado son ésos que suelen llevar alguna partícula relacionada con "eco" en su denominación comercial. Tienen motores de gasolina o diesel, siempre con un consumo reducido que les permite tener na emisión media de CO2 inferior a 120 g/km. En unos casos, por el mero concepto al que responde el coche; en otros, por la "preparación de fábrica" que incorporan los vehículos. Son por lo común, modificaciones que afectan a las centralitas que gestionan el motor , transmisiones para dotarlas de desarrollos más largos, suspensiones para mejorar la aerodinámica o ruedas con menos resistencia a la rodadura.

Hay vehículos de alta eficiencia energética (aportan un rendimiento de primer nivel porque gastan poco a la vez que tienen prestaciones muy destacables) gracias a modificaciones sofisticadas: pueden tener sistemas que detienen el motor en las paradas prolongas, contar con sistemas activos para mejorar la dinámica, etc.

Los coches con motores capacitados para utilizar biocombustibles permiten, más allá de reducir la dependencia de los carburantes de origen fósil, disminuir el nivel de emisiones de CO2 sumadas a la atmósfera: parte del CO2 que emiten procede de la quema de un carburante producido por plantas que, a lo largo de su vida, han absorbido dióxido de carbono.

Otra fórmula para reducir emisiones es el empleo de carburantes de origen fósil alternativos como el gas natural, menos contaminante que la gasolina; cuando no hidrógeno que se queme en los cilindros de un motor ambivalente, en el que también puede utilizarse gasolina.

A mitad de camino entre los coches con motores térmicos y los eléctricos, la energía que parece ser la clave del futuro de la automoción, están los híbridos. Son vehículos en los cuales hay dos motores: uno de combustión interna, hasta ahora gasolina, y otro eléctrico. Ambos pueden proporcionar, conjunta o separadamente, tracción a las ruedas.

A la nueva generación de híbridos plug-in, que se pueden enchufar a la red eléctrica doméstica para recargar sus baterías y así, contar con autonomía suficiente para recorridos de corta y media distancia, se sumarán coches con, adicionalmente, su propio generador de energía "embarcado". En éstos, un motor de combustión que podría ser Diesel o de gasolina, pero también utilizar carburantes de lo más diverso, tendría como única misión ampliar la autonomía del vehículo produciendo energía eléctrica que va a parar a recargar las baterías, ya que estaría disociado .

La receta definitiva para los automóviles del futuro parece ser la que ofrecen las pilas de combustibles. Estos sistemas descomponen el hidrógeno repostado en sus depósitos de forma que generan electricidad. Almacenada en baterías, es la energía con la que se mueven sus motores.

Fuente: Coche Actual, núm. 18