Sin embargo, no hay crisis productiva. Las estadísticas muestran que la producción de cereales nunca ha sido tan alta como en 2007 (1).Los precios se han incrementado porque una parte de la producción es ahora derivada a agrocombustibles, las reservas globales de comida están en su momento más bajo de los últimos 25 años debido a la desregulación de los mercados marcada por la OMC y el tiempo extremo que han padecido algunos países exportadores como Australia. Pero los precios también se han incrementado porque las compañías financieras especulan con la comida de las personas, ya que anticipan que los precios de los productos agrícolas seguirán subiendo en el futuro próximo. La producción de alimentos, su proceso y su distribución quedarán cada vez más bajo el control de las empresas transnacionales que monopolizan los mercados.
La tragedia de los agrocombustibles industriales: pueden alimentar coches, pero no personas. Los agrocombustibles (combustibles producidos a partir de plantas, productos agrícolas y forestales) se presentan como una respuesta a la escasez de combustibles fósiles y al calentamiento global. Sin embargo, muchos científicos e instituciones reconocen que su energía y su impacto medioambiental serán limitados o incluso negativos.
A pesar de ello, todo el mundo de los negocios está apresurándose a invertir en este nuevo mercado que está compitiendo directamente con las necesidades alimenticias de las personas. El gobierno indio está hablando de plantar 14 millones de hectáreas de jatropha, el Banco de Desarrollo Inter-Americano dice que Brasil tiene 120 millones de hectáreas que podrían ser cultivadas con cultivos de agrocombustibles, y un lobby de agrocombustibles está hablando de que 379 millones de hectáreas están disponibles en 15 países africanos (2). La actual demanda de maíz para producir etanol casi representa el 10% del consumo mundial, lo que empuja los precios al alza.
Los agrocombustibles industriales son un sin sentido económico, social y medioambiental. Su desarrollo debe detenerse y la producción agrícola debe enfocarse prioritariamente hacia la alimentación.
Todos los campesinos no se benefician de los altos precios
Los precios récord en todo el mundo de los alimentos golpean a los consumidores, pero contrariamente a lo que se podía esperar, no benefician a todos los productores. Los ganaderos están en crisis debido al aumento del precio de los piensos, los productores de cereal se enfrentan a agudos incrementos de los precios de los fertilizantes y los campesinos sin tierra y los trabajadores agrícolas no pueden darse el lujo de comprar alimentos.
Los campesinos venden sus productos a un precio extremadamente bajo comparado con lo que los consumidores pagan. La Coordinadora de Organizaciones Agrarias y Ganaderas española (COAG) calcula que los consumidores en España pagan hasta un 600% más de lo que los productores de alimentos obtienen por sus producciones.
Los primeros en beneficiarse del aumento de los precios agrícolas son la agroindustria y las grandes distribuidoras, porque incrementan los precios de los alimentos mucho más de os que deberían. ¿Descenderán los precios cuando próximamente los precios de los productos agrícolas bajen? Las grandes compañías son capaces de almacenar grandes cantidades de alimentos y liberarlos cuando los precios de los mercados estén altos.
Los pequeños campesinos y los consumidores necesitan precios justos y estables, no actual alta volatilidad. Los pequeños campesinos no pueden producir si los precios son demasiado bajos, como ha sido el caso durante las últimas décadas. Por lo tanto, necesitan regulación de los mercados y la oposición a las políticas de la OMC.
La liberalización del mercado agrícola conduce a la crisis
La actual crisis revela que la liberalización del mercado agrícola conduce al hambre y a la pobreza.
Los países se han convertido en extremadamente dependientes de los mercados globales. En 1992, los campesinos indonesios producían suficiente soja para abastecer su mercado doméstico. El tofu basado en soja y el -tempeh- son una parte importante de la dieta diaria en todo el archipiélago. Siguiendo la doctrina neoliberal, el país abrió sus fronteras a las importaciones, permitiendo que la entrada de soja estadounidense barata inundara el mercado. Esto destruyó la producción nacional. Hoy, el 60% de la soja que se consume en Indonesia es importada. Los precios récord de la soja estadounidense del pasado enero condujeron a una crisis nacional cuando los precios del -tempeh- y del tofu (la -carne de los pobres) se doblaron en pocas semanas. El mismo escenario se puede aplicar en muchos países, como con la producción de maíz en México.
La desregulación y la privatización de los mecanismos de salvaguarda están contribuyendo también a la actual crisis. Las reservas nacionales de alimentos han sido privatizadas y ahora funcionan como las compañías transnacionales. Igualmente, los mecanismos de precio garantizado exponen a los campesinos y a los productores a una extrema volatilidad de los precios.
¡Tiempo para la Soberanía Alimentaria!
Debido a las expectativas de crecimiento de la población mundial hasta el 2050 y a la necesidad de enfrentarse al cambio climático, el mundo tendrá que producir muchos más alimentos en los años próximos. Los campesinos son capaces de asumir este reto como lo han hecho en el pasado. De hecho, la población mundial se dobló durante los pasados 50 años, pero los campesinos incrementaron la producción de cereales más rápidamente incluso.
La Vía Campesina cree que para proteger las necesidades vitales, los puestos de trabajo, la salud de las personas y al medio ambiente, la alimentación debe permanecer en las manos de los pequeños campesinos sostenibles, y no puede dejarse bajo el control de las grandes compañías de agronegocios o de cadenas de supermercados. Los OMG y la agricultura industrial no proveerán de comida saludable, y deteriorarán más fuertemente el medio ambiente. Por ejemplo, la nueva -revolución verde promovida por AGRA en África (nuevas semillas, abonos químicos y grandes programas de riego) no va a resolver la crisis alimentaria, pero al contrario, la agudizará. Recientes investigaciones muestran que las pequeñas explotaciones campesinas ecológicas son al final tan productivas como las explotaciones campesinas convencionales, e incluso algunas estimaciones sugieren que la producción global de alimentos podría incluso incrementarse más del 50% con agricultura ecológica (3).
Para evitar una mayor crisis alimentaria, los gobiernos y las instituciones públicas tienen que adoptar objetivos políticos específicos que protejan la producción de la más importante energía del mundo: ¡la comida!
Los gobiernos tienen que desarrollar, promover y proteger la producción local para ser menos dependientes de los precios mundiales de la comida. Esto significa que cada país o cada sindicato debe tener el derecho de controlar los alimentos importados y el deber de parar cada forma de dumping de los precios de la comida.
Los gobiernos tienen también que establecer (o apoyar) mecanismos de gerencia de las provisiones como unos buffer stocks (inventarios amortiguadores) y asegurar unos precios mínimos para crear unas condiciones estables para los productores.
Según Henry Saragih, coordinador general de la Vía Campesina y líder del sindicato campesino indonesio (SPI) -los campesinos necesitan la tierra para producir comida para su comunidad y su país. Ha llegado la hora para llevar a cabo autenticas reformas agrarias para permitir que los pequeños campesinos den de comer al mundo.
Ibrahim Coulibaly, presidente de la Coordinación Nacional de la Organización de Campesinos dijo: -frente a la extrema subida de los precios de la comida, nuestro gobierno ha sido de acuerdo con la demanda de las organizaciones de campesinos de desarrollar y proteger los mercados alimentarios locales en vez de aumentar la importación. El aumento de la importación de comida nos hará más dependientes de los brutales altibajos del mercado mundial.
La Vía Campesina cree que la solución a la actual crisis de los precios de la comida se halla en la soberanía alimentaria. La soberanía alimentaria es el derecho de la gente a comida saludable, culturalmente adecuada producida con métodos ecológicamente responsables y sostenible, es el derecho de los gobiernos a definir su propia comida y las políticas agrícolas del país sin perjudicar la agricultura de otro países. La soberanía alimentaria pone las aspiraciones y las necesidades de la gente que produce, distribuye y consume la comida al centro del sistema de producción alimentaria y de sus políticas más que las demandas de los mercados y de las empresas. La soberanía alimentaria da prioridad a las economías y a los mercados locales y nacionales y fortalece a los campesinos y a la agricultura de conducción familiar y la producción alimentaria.
Notas:
(1)
Les Chambres d-Agriculture - France.
(2)
Grain.
(3)
Shattering Myths: Can sustainable agriculture feed the world?.