El barco de Greenpeace Esperanza lleva 10 días siguiendo al buque factoría Nisshin Maru, donde las ballenas son despedazadas y congeladas, consiguiendo detener de forma efectiva todas las operaciones de caza. Con el barco nodriza fuera de servicio, los barcos arponeros no han cazado ninguna, ya que éstos no pueden transferir sus capturas, que deben congelarse inmediatamente para poder vender la carne.
"Greenpeace ha ido al Santuario de la Antártida a detener por medios pacíficos la caza de cetáceos japonesa y es lo que estamos haciendo, pero no es suficiente parar la caza sólo cuando el Esperanza está persiguiéndolos y logrando que todas las miradas estén sobre la flota"ha declarado Sakyo Noda, responsable japonés de la campaña para detener la caza de ballenas. "Tokyo debe tomar la decisión de terminar la temporada de caza de este año y convertirla en la última de la historia",añadió.
El Gobierno japonés ha visto incrementar la presión internacional contra su programa ballenero. Empresas como Toyota en Nueva Zelanda han condenado la caza de ballenas y otras como la compañía Nissui, que anteriormente se dedicaba a ese negocio, ha reconocido públicamente la mala imagen que da la caza de ballenas a Japón y a sus empresas.
Greenpeace no promueve un boicot a los productos japoneses, pero considera que existe una fuerte posibilidad de boicot por parte de todos los consumidores del planeta si Japón continúa con su caza en el Océano Antártico.
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María José Caballero, responsable de la campaña de Océanos, al 914 441 400 ó 626 998 249.
Prensa: Marta San Román al 91 444 14 00 ó al 680 40 06 45
El
comunicado de prensa hecho público por el Gobierno japonés.