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Catalunya es uno de los territorios europeos con más cultivos transgénicos (después del Aragón), pero la presión popular adversa también es muy importante. Tanto los agricultores, ecológicos o no, como los grupos de protección del medio ambiente, hace años que batallan para pedir su prohibición, porque no se sabe como pueden afectar a la salud y el entorno y porque, además, su extensión esconde «oscuros y perversos objeticos» de la grandes multinacionales framacéuticas y alimentarias.

La plataforma Som lo que Sembrem (Somos lo que Sembramos), que agrupa un conjunto de organizaciones presididas por Asamblea Pagesa (asamblea campesina), ha emprendido una campaña de recogida de firmas para hacer llegar al Parlamento una Iniciativa Legislativa Popular (ILP) que frene los cultivos y los alimentos transgénicos.

Para que la iniciativa llegue a la cámara, se necesitan 50.000 firmas recogidas en cuatro meses. Todos los que quieran acreditarse como fedatarios de las firmas recogidas, están convocados hoy a la una, ante el Parlamento de Catalunya.

Los adversarios de los transgénicos dicen que la administración protege «los intereses del lobby biotecnológico» y que la gente no tiene ninguna otra manera de defenderse que emprendiendo iniciativas como ésta. Pero la comunidad científica "ligada a los interfeses de estas empresas" arguye, en favor de estos cultivos, que facilitan la producción y que los alimentos lleguen a los países más necesitados, aunque ambos argumentos han sido desmentidos por varios informes.

En Catalunya, la investigación en este campo corre a cargo del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentaria IRTA, y en el País Valencià, se ocupa el Instituto Cabanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva. Pero en las Islas Baleares el Parlamento aprobó una proposición no de ley que las declara «territorio libre de cultivos transgénicos». En Europa, también rechazan estos cultivos Euskadi, Francia, Alemania y Suiza.