La creación la Energy Star proviene de la preocupación que causaba los altos niveles de contaminación que suponen las plantas térmicas. La persona que supervisó su creación e implementación fue John Hoffman, el creador de otros programas verdes. Inicialmente, el objetivo era concienciar a la población de la existencia de productos más eficientes en el mercado. Los primeros en utilizar el certificado fueron los ordenadores. Después de 1995, este estándar se extendió a la calefacción y refrigeración de viviendas. 2006 vivió un boom de productos con el certificado en diversos sectores, especialmente en Estados Unidos. En Europa tenemos la etiqueta energética, que afina un poco más porque indica un abanico más exacto de eficiencia.
Diferentes tipos de sistemas de iluminación lo utilizan también; estas lámparas consumen un 75% menos que las que no las tienen.