Recientemente, el fiscal general del estado californiano, Bill Lockyer, presentó en un tribunal federal una demanda a los seis mayores fabricantes automovilísticos del mundo: las norteamericanas Ford, Chrysler y General Motors y las japonesas Toyota -creadora del primer híbrido-, Honda y Nissan. El motivo: que sus retoños a cuatro ruedas provocan el cambio climático, cuyos desasotrosos efectos hacen mella ya en el medioambiente de una de las economías más potentes del mundo.
El sistema judicial de Estados Unidos permite presentar una demanda de este tipo sin necesidad de probar la relación causa-efecto, y algunos creen que una iniciativa de este tipo podría tener alguna oportunidad de salir adelante. La respuesta de las empresas americanas ha sido presentada al público a través de la Alianza de Fabricantes de Automóviles, y se han limitado a recordar que los tribunales federales ya han recidibo demandas similares que ni siquiera han admitido a trámite. Por si las moscas, -por si las flies, en este caso- también han pedido tiempo para estudiarse la demanda tranquilamente.
La iniciativa judicial puede estar en relación con la ley aprobada recientemente mediante la cual California se compromete a rebajar en un 25% las emisiones de gases contaminantes. Algunas teorías apuntan a que la demanda sería un farol para presionar a la industria automovilística para producir coches menos contaminantes. No en vano, California cuenta con el mayor parque automovilístico del país.