Sólo una actividad autónoma de la colectividad puede instaurar una sociedad autónoma. Y tal actividad presupone que los hombres adopten fuertemente otra cosa que la posibilidad de comprar una nueva televisión a colores. Más profundamente, presupone que la pasión por los asuntos comunes, por la democracia y la libertad, ocupe el lugar de la distracción, del cinismo, del conformismo, de la carrera al consumo. En una palabra, presupone, entre otras cosas, que lo 'económico' deje de ser el valor dominante o exclusivo. Este es el 'precio a pagar' por una transformación de la sociedad. Digámoslo más claramente aún: el precio a pagar por la libertad es la destrucción de lo económico como valor central, y de hecho, único.